lunes, 29 de septiembre de 2008

... y nos fuimos de despedida

Podría llamarse envidia. Como se suele decir: envidia sana. Es lo que uno siente cuando asiste a la despedida de soltero de un amigo y ve como todo el mundo le demuestra un gran cariño al homenajeado. Éste se convierte, por unas horas o días, en el claro centro de atención y todo el mundo quiere agasajarle y hacerle protagonista, compartiendo con él un momento clave de su vida. Yo me preguntaba si mi despedida de soltero sería así, cuando hace un par de años asistí a las despedidas de Joaquín y JuanFer, cuyo recuerdo todavía me hace sonreír. Ahora, recuerdo mi despedida de soltero, y no sólo sonrío: me emociono.

Este segundo párrafo debería empezarlo con adjetivos, y poner tres o cuatro, o más, que describan lo que se vivió en La Murta. Pero no los encuentro. Todos se me quedan cortos. ¿Apoteósico? ¿Grandioso? ¿Insuperable? ¿Majestuoso? Creo que en el diccionario, para que uno se haga la idea de lo que significa "apoteósico" deberían añadir al final: "... mucho menos que la despedida de Juan Antonio".

Daría para escribir cuatro o cinco artículos de una considerable extensión si queremos relatar todo cuanto allí ocurrió. Puede que lo haga durante los próximos días, si los preparativos de la boda me lo permiten, pero de momento esta avanzadilla va a servir para contaros cómo un grupo de amigos pudo hacerme sentir como el ser más feliz del mundo.

Yo estaba tranquilamente sentado en una silla, alrededor de las 10 de la noche del sábado. No en vano, estábamos ya en el segundo día de competición y esa mezcla de resaca, cansancio y sueño se había apoderado de mí después de comer y no me había soltado del todo. En ese momento, aparecen todos juntos y Paco Sánchez me entrega algo envuelto de forma totalmente asimétrica en un papel marrón. Lo toco, y parece un libro. Le quito el papel y casi me da algo cuando veo lo que es. Me recorre un escalofrío y se me inundan los ojos. Nada más y nada menos que tengo ante mí un libro, escrito por mí, en el que se incluyen todos los artículos que he escrito en No Seas Gamboa (estas tres últimas palabras no las pongo como link por si la recursividad le sentara mal a esto). En portada, una imagen mía que me tomaron en Almería cuando, de forma similar a lo que pasaba en La Murta, el cansancio me venció y apoye la cabeza en una mesa (aunque en realidad lo que sucedió es que estábamos viendo el Almería - Sevilla por la tele, y faltando un minuto Acasiete consiguió el gol de la victoria para los locales, echando al traste mi esperanza de enriquecerme con la quiniela). En la contraportada, otra foto mía, ésta más pequeña, extraída de las que nos hicimos en la boda de mi sobrino Jorge. Además de la foto, una breve presentación tanto de la obra como del autor, como en cualquier libro de las librerías. No sé si fue por el hecho de saber que habían estado trabajando durante horas (fue una currada de Copy-Paste total) para darme una alegría o por el hecho de tener en mis manos un libro en el que yo figuro como escritor, se me cayeron las lágrimas (o eufemísticamente hablando, me emocioné). Me levanté y los abracé a todos uno por uno, sin poder evitar llorar. Agustín, esto no lo voy a olvidar nunca.

Me ha encantado teneros a todos allí. Os lo agradezco un montón, de verdad que sí. Especial mención para los que habéis tenido que pegaros un viaje para venir: JuanFran, Joaquín y Nachete (de Madrid) y JuanFer (de Albacete).

Como nexo de unión entre los dos núcleos de población de la casa (sector Murcia y sector Albacete) os diré que el rollo entre los dos grupos ha sido inmejorable. Ha habido una total integración desde el primer minuto y, además, la mayoría de vosotros me habéis dicho que los miembros del otro sector son cojonudos. Todos coincidís en que Joaquín es un pincha espectacular y que JuanFer es un cachondo inigualable. Y los del sector Albacete también me han dicho que mis amigos murcianos son cojonudos. Espero que este buen rollo continúe en la boda. Y, ¿por qué no? más alla de ésta...

lunes, 15 de septiembre de 2008

¡Nos vamos de despedida!

Casarse. Dícese del error que comete acto que realiza un ser humano por dos posibles motivos:

a) Conseguir el beneplácito de la/el/los suegra/o/os para poder acostarse cada día con la persona amada, sin espías y sin agobios.
b) Si el punto a se logró sin acreditaciones matrimoniales, disfrutar de una merecida despedida de soltero.

Nota: Estamos en horario infantil. Las ventajas de acostarse con la persona amada son, única y exclusivamente, la inigualable sensación de despertar y oirla decirte buenos días y ver lo bonica que está dormida hecha un ovillico cuando te levantas a echar un chorrete.

En el caso que nos ocupa, nuestro protagonista ha marcado la opción b. Lleva viviendo con su novia casi dos años con lo que ya obtuvo la aprobación de sus suegros hace tiempo.

Todos los convocados debéis pensarlo ya y decirme si venís a lo largo de esta semana. Aquellos que decís que vendréis un día nada más, no seáis gandules y veniros los dos días. Así amortizáis más el desembolso.

La semana que viene iremos a comprar. Podéis ir aportando ideas. Yo había pensado hacer barbacoas para cenar y el sábado a mediodía una paella. Tenemos que pensar también si el domingo nos vamos a quedar a comer. Espero que vayáis diciendo cosas.

Ya sabéis que todos aquellos que tengáis novia o esposa tiquismiquis nos tenéis que entregar la autorización debidamente cumplimentada por ella. En este momento no dispongo de ningún ejemplar. Si algún miembro de la organización puede publicarla se lo agradezco. En caso contrario, lo haré yo a la mayor brevedad posible.

Tema monetario: sobre la casa hay dos opciones, con piscina y sin piscina. Cobran por persona y el precio es por fin de semana, y no existe el concepto pagar media casa. Seguramente alquilaremos la casa con piscina, con lo que saldremos a unos 44 euros por persona (el finde completo). Después, pondremos un bote para ir a comprar. Sería aconsejable que la gente vaya desembolsando para así no tener que pedir una hipoteca para comprar la bebida y la comida. Cuando hagamos un presupuesto más detallado, os informo.

Espero confirmaciones. No os hagáis de rogar...

sábado, 13 de septiembre de 2008

Alfred Hitchcock y Calasparra

Hace algo más de 50 años, el famosísimo director de cine de suspense, Alfred Hitchcock, visitaba el pueblo de Calasparra, donde tuvo la oportunidad de asistir a un encierro, ver una novillada y conocer el pueblo. Lo llevaron a visitar algunas peñas, en una de las cuales fue entrevistado para la televisión local de Calasparra. Su anfitrión, el alcalde de aquella época cuyo nombre no recuerdo, le informó de que Calasparra pertenece a la comarca del Noroeste y que es el municipio más al norte de la comarca.

El director, encantado con el pueblo de Calasparra y con el trato recibido, decidió dedicarle su próxima película, llamándola North by Northwest. Incluso creo que intentó rodar algunas escenas por la zona, pero no le fue posible.

Para traducir el título de la película al castellano hubo varias opciones: "Vente a Calasparra, Alfredo", "¡Vaya par de novillos!", para finalmente quedarse con el más comercial "Con la Muerte en los Talones".

¿Conocíais esta historia? Pues nada, ya habéis ampliado un poco vuestra cultura cinéfilocalasparreña.

Paco Sánchez, ésta es la que te decía...



¿Demasiado ambicioso?

La UNED

¿Sabéis todos cómo se creó la UNED? ¿Sí? No me lo creo. Bueno, vale, tú lo sabes, pero todos no, porque el que está detrás de ti ha puesto cara de no saberlo, así que no digas que todos lo sabéis. Pues eso. Sí. Sí, os lo voy a contar. Me da igual, si no quieres oírlo ahí tienes la puerta. Adiós. Ni falta que hace...

Bueno, disculpad, pero es que no me gusta que haya gente aquí que boicotee mis discursos. Hoy os voy a contar cómo se constituyó la UNED. Es un simpático episodio de la historia de nuestro país, que estoy seguro que os gustará conocer:

Todo comenzó hace unos 90 años (o más), cuando dos amigos de un pueblecito de Teruel charlaban distendidamente tomando una caña en el bar de Aurelio:

-- ¿Cómo lo llevas Amancio?
-- Pues ya ves. Aquí estamos.
-- Te noto cansao...
-- Sí, es que esta semana ha sido agitada.
-- ¡Ah! Por el proyecto ese que me contaste, lo de la uniservidad esa, ¿no?
-- No, burro, uniservidad no, es Universidad.
-- Pues eso, lo que yo he dicho. ¿Y en qué consiste eso? Porque me lo contaste pero creo que no te hice mucho caso.
-- Ya, ¡si es que nunca me escuchas, Salvador! La Universidad es algo nuevo, algo diferente de cualquier cosa que conozcas. Un edificio lleno de habitaciones con mesas, pizarras, sillas. Fotocopiadoras, ordenadores... Un lugar al que los jóvenes llegarán bien temprano todas las mañanas y se irán a un sitio llamado La Cafetería de la Universidad. Allí podrán pasar todo el día jugando a las cartas y bebiendo cerveza. Y no sólo eso, Salvador: también podrán encerrarse en unos cuartitos denominados peceras en los que pasarán todo el día sin apartar los ojos del ordenador, hablando con gente de todo el mundo. ¡Hasta de Australia, Salvador!
-- ¡Bah! Seguro que luego acaban hablando por el ordenador con el que está sentado al lado. Eso de Australia, a mí no me convence... ¿y para qué sirven todas esas habitaciones y las pizarras?
-- Porque en esas habitaciones, también llamadas aulas, se impartirán clases: unos señores de mayor edad que los alumnos, denominados profesores, se encargarán de explicar cosas variadas sobre las ciencias, las artes, la historia... ¡cualquier material es válido!
-- Yo podría ser un profesor de esos. Les podría enseñar a los chiquillos a segar.
-- Claro que sí. Te tendré en cuenta. Y lo más importante de todo es que cobraremos a sus padres por eso. Y cobraremos a los alumnos por lo que consuman en La Cafetería de la Universidad. A cambio, después de varios años, los alumnos recibirán un papel gigante llamado El Título.
-- ¿Y para qué sirve eso?
-- Pues todavía no lo sé, pero para algo servirá... ¿qué te parece el proyecto?
-- No sé, Amancio, lo veo raro. Pero nada, alla tú, si estás convencido, no te lo pienses...
-- Bueno, Salvador, paga esto que tengo que irme: me espera la mujer pa no sé qué de unas cortinas...
-- Claro. Si no es una cosa es otra. ¡Ale!, ¡a seguir bien Amancio!

Y con esto, Amancio arrancó su proyecto universitario. Hizo construir un edificio de los de entonces. La fachada era de un color amarillento feo, de un gotelet tan afilado que si pasabas medio trompa por al lado y te apoyabas al perder el equilibrio, al día siguiente te asustabas al verte las manos agujereadas. Por dentro, los techos altos y recargados con motivos religiosos. Funcionalmente, todo salió según los planes previstos. Amancio se forró. Años después, el inventor del negocio y Salvador, que por aquel entonces era profesor de CV1 (Cultivos Variados 1) conversaban de nuevo en el bar de Aurelio.

-- ¿Qué marcha me llevas, Salvador? -- dijo Amancio, el fundador de La Universidad.
-- Pues nada, aquí, descansando de la semana de trabajo. Ha sido dura, los críos no me aprenden a labrar ni a tiros.
-- No te preocupes, hombre, la clave es la tenacidad, la insistencia, la paciencia, la perseverancia...
-- Vale, para, para, no me sermonees.

A Salvador le cansaba el tono instructor en el que siempre hablaba su jefe, el que tantos años fue su amigo y al que nunca más pudo volver a mirar de igual a igual. Se decidió a cambiar esto:

-- Mira Amancio, una cosa te voy a decir.
-- ¿Qué pasa?
-- Que yo también tengo un proyecto.
-- ¡No jodas! ¿Tú? ¿Y qué piensas hacer? ¡No me digas que me vas a dejar tirao!
-- Pues a lo mejor sí. Lo que pasa es que no sé si debo contártelo, podrías apropiarte de mi idea.
-- No, hombre, no, ¿para qué están los amigos?... (palmetazo en la espalda).
-- Está bien, te lo contaré, pero prométeme que no se lo dirás a nadie.
-- Prometido.
-- Mi proyecto se llama La UNED.
-- ¡Ahí va la ostia! ¿Y eso qué coño es, Salvador?
-- Pues es un sitio, parecido al tuyo, pero al que los estudiantes no van a ir, porque va a ser todo a distancia.
-- ¿Cómo a distancia?
-- Como lo oyes. No voy a hacer un edificio, ni tampoco va a existir La Cafetería de La UNED. Todo se hará a distancia. Las clases no existirán. Cada alumno se buscará la vida como quiera.
-- ¿Y los exámenes?
-- Bueno, eso todavía tengo que pensarlo. Seguramente les haré venir un día a todos aquí, al bar del Aurelio y les daré una servilleta para que pongan la alineación del Madrí.
-- ¡Salvador! ¡Eres un genio!
-- Y lo mejor de todo: al final les daremos El Título. El mismo que tú les has estado dando todos estos años. Con la diferencia de que yo me habré ahorrado los profesores, el edificio, etc. Y los alumnos, al no haber clases, no tendrán la necesidad de irse a ninguna cafetería para no aburrirse durante las clases. Dedicarán el tiempo a estudiar. Así, aprenderán más que tus alumnos y hablarán bien de La UNED a sus conocidos, con lo que el negocio irá a más.
-- A ver si nos vas a quitar a los demás las lentejas, Salvador.
-- Todo se andará, Amancio, todo se andará...

Y rieron. Años después, las previsiones de Amancio se confirmaron: miles y miles de sobres llenaban el buzón de su casa, remitidos por jóvenes que, cansados de una educación basada en el café, el chateo y la sota de bastos, se decidían a probar algo que les proporcionara un mejor futuro. Poco tardaron en llegar los edificios de La UNED, y con ellos, delegaciones por toda España, apariciones en la radio, televisión. Lo que se dice un imperio.

Tras esta introducción, queridos lectores (y lectoras), tengo que contaros que ya me he matriculado en la UNED para el próximo curso. Tras una buena temporada pensándolo, y con las ganas de volver a estudiar rondando mi cabeza, me he decidido a estudiar lo que quizá sea más lógico para mí. Estuve pensando en hacer algo así como Historia, Humanidades, Filosofía... finalmente, dejando al margen los romanticismos, me he decidido a comenzar el 2º ciclo de la Ingeniería de la cual tengo el 1º: Informática. Son dos cursos, con asignaturas bastante más entretenidas que en el primer ciclo. Al menos, de forma general. Siempre habrá tostones. En principio he cogido dos asignaturas llamadas:

-- Análisis y Gestión del Desarrollo del Software: es una asignatura anual, cuyo objetivo es enseñar al Ingeniero del software unas pautas a seguir en su trabajo diario. Digamos que te enseña a ser más metódico. El objetivo final: ser más productivo y hacer un trabajo de más calidad.
-- Sistemas Informáticos I: una asignatura del segundo cuatrimestre. En esta asignatura veremos la Programación Orientada a Objetos, y con ella el lenguaje JAVA, con el que haremos una práctica obligatoria. Sin ánimo de vacilar, creo que esta asignatura podría darla de profesor.

De momento, estoy con ilusión. He querido empezar suave, sólo cogiendo dos asignaturas, porque no sé cuándo me voy a cansar de esta nueva obligación, ni si es algo que de verdad me apetezca. Espero descubrirlo pronto. No va a minar mi ánimo el hecho de haberme dado hoy con la puerta en las narices: he ido a Cartagena (55km de ida y otros tantos de vuelta) para que me compulsaran el título de la ingeniería técnica y estaba cerrado. Al menos, me he tomado por ahí un café con Natalio en un bar regentado por media docena de colombianas. Camareras 6 Clientes 2. Muy desequilibrado el partido.

Antes de finalizar este artículo, quería deciros una vez más que me alegro mucho de que os guste el blog a quienes así me lo habéis dicho, y que os prometo que haré todo lo posible por mantener un buen ritmo de publicación de artículos. Ya sabéis que esto está condicionado a los comentarios que reciba: si no hay feedback, no me motivo.

¡Nos vemos!

miércoles, 10 de septiembre de 2008

One of those days

¿Por qué son necesarios esos días en los que todo sale mal? ¿Qué papel juegan en nuestro desarrollo humano? Supongo que pensaréis que las cosas malas nos curten y que hay que sacar una lectura positiva y un aprendizaje para cuando vuelvan a suceder. Pero, ¿y por qué tendrían que volver a suceder? ¿Pensáis que yo quiero volver a vivir un día como el de hoy? Os aseguro que no.

¿Qué provoca que las cosas malas se sucedan una tras otra el mismo día? ¿No puede pasar una cosa mala al día y el resto que sean buenas? Hay días que todo te sale bien, días que todo sale mal. Yo creo que los seres humanos no necesitamos eso. Nos gusta la estabilidad en algunos aspectos. El problema es que aquí no sabemos a quién debemos reclamar... ni dónde guardamos el ticket.

domingo, 7 de septiembre de 2008

Calasparra

Las fiestas de los pueblos desconocidos y pequeños suelen dejar huella: te encuentras en un lugar en el que todo es diferente para ti, nuevo completamente. No conoces a (casi) nadie y (casi) nadie te conoce a ti. El anonimato en ocasiones te empuja a liberar tu comportamiento y, por unas horas, convertirte en ese loco que todos llevamos dentro y que no podemos dejar salir así como así. A lo largo de la historia ha habido un sinfín de casos en los que la asistencia a las fiestas de un pueblo no ha pasado desapercibida. En ocasiones las circunstancias incluso recomiendan no demorar en exceso el inicio del viaje de retorno. Y es que tirarle los tejos a la novia del Guardia Civil del pueblo no es moco de pavo.

Ayer sábado, Paco Sánchez, Pacoga y vuestro bloguero favorito se dirigían, poco después de las 8:30 de la mañana, en dirección a Calasparra. Cuando llegamos, allí estaban ya Marcos y Choni. El viaje bien, sin demasiados contratiempos ni hechos dignos de resaltar. Por contaros algo, os diré que en un semáforo nos pidió indicaciones la copilota del coche de al lado que con su aspecto, movimientos y forma de hablar demostraba ser una toxicómana estándar. Nos preguntó que si para Valencia iban bien. Les dijimos que sí, que al final de Juan de Borbón tomaran dirección Alicante. Si os preguntáis que por qué salimos tan temprano, el motivo no es otro que asistir al encierro. Pero llegamos tarde. Y llegamos tarde por tontos (bueno, yo) porque yo pensaba que el encierro era a las 9:30 y, viendo que ya no daba tiempo, hicimos el viaje la mar de tranquilos, parando y todo. Llegamos a Calasparra a las 10:02 y el encierro había sido a las 10:00. En fin, nos pegamos el gran madrugón para nada. Bueno, para nada tampoco, porque en cuanto llegamos allí nos fuimos al lío.

Nos fuimos al bajo que tiene la peña de Agustín. Una peña que, curiosamente, no tiene nombre. Este año alguien la ha bautizado como Sol y Sombra. Nosotros nos pusimos pegatinas de la Peña Cañacuete. El bajo era bastante grande: varios barriles de cerveza, un serpentín, barras, mesas, sillas... lo que se dice un bajo, vaya. Tras recorrer el bajo buscando estanterías con libros para leer y no haber encontrado ninguna, decidí que lo mejor que podíamos hacer allí era comer y beber. Tras pasar allí unos minutos (con un promedio de una caña cada dos minutos) nos fuimos a la Feria de Día a tomar unas cañicas mientras que Agustín se iba a resolver unos asuntos personales. Cuando volvió, nos fuimos a seguir refrescando los gaznates y de ahí a comer a Pepón.

Por la tarde, los toros: novillos bastante grandes para dos novilleros andaluces y un portugués. Un poco floja la corrida. Lo único que se salvó fue la faena del portugués en su primer toro, el tercero de la tarde. Y allí en la grada, nos tomamos una cerveza y nos comimos unos rollos de anís. Todo gentileza de El Porche, una de esas personas que de tantas veces que has oído su nombre apodo crees conocerle de toda la vida.

Después de los toros fuimos a La Rambla para ver en qué estado estaba aquello. En obras. Algunas habitaciones no tenían luz, pero lo importante es que nos encontramos unos colchones que anticipaban un sueño placentero.

La cena fue lo siguiente. En la peña nos hicimos un picoteo variado que estuvo bastante bien. Jamón y una especie de lomo sajonia frío eran los platos principales. Ah, y una ensaladilla que estaba riquísima. Contamos con la compañía de Pipo, un navarro ascensorista y músico que ha venido a las fiestas. Nos contó su amistad con El Drogas y un sinfín de anécdotas. Y cuando le dije que Paco Sánchez toca la guitarra, sacó inmediatamente una púa del bolsillo y se la regaló. Un tío majo, al que parecía hacerle mucha gracia oírme decir "¡no jodas!". Y después de la cena, nos fuimos de fiesta. Nada demasiado importante. Bueno, nos encontramos con una amiga de Agustín que se empeñó en decirme que la invitara a mi boda. Yo le dije que si Agustín quería llevarla de pareja, por mí encantado.

Continuando con lo que os decía en el primer párrafo, tengo que deciros que me llevé una grata impresión de las fiestas y la gente de Calasparra. Si hay algún motivo por el cual las fiestas de los pueblos pequeños dejan huella es porque los lugareños suelen mirar con cien ojos a los forasteros. Y este recelo suele ser mayor cuanto menor es el número de habitantes del pueblo. Aquí no he tenido esa inquietante sensación de sentirme observado. La hostilidad que he notado desde el primer momento en otros lugares, aquí se transforma en hospitalidad. Palabras parecidas, pero qué significado tan distinto. Tengo que reconocer que me he sentido muy bien en Calasparra.

Antes de terminar, quiero mandar un beso a nuestras amigas: Emi (la chica de Bullas que me prometió que entraría al blog; bueno, creo que no me lo prometió, pero yo sé que va a entrar), Isa (la sonrisa de Calasparra) y Ania (con la que ya vuelvo a llevarme bien después del bache por el que hemos pasado :-) ).

Y a María, nuestra queridísima hermana pequeña, le tengo que dedicar un párrafo para ella sola. Que sepas María, que si no me pones un comentario en el blog, no me voy a creer eso de que entras todos los días. :-)