miércoles, 31 de octubre de 2007

Almería

Cobra fuerza el 1 de diciembre como fecha para el viaje a Almería.

Si sois tan amables, id contestando cuanto antes a este mensaje y confirmando la asistencia. Cuanto antes lo hagáis, antes reservaremos hotel y más barato nos saldrá.

Venga, ya estáis tardando...

lunes, 29 de octubre de 2007

El Yássson y el tabaco más caro del mundo

Inmersos en la organización de la inmimente excursión a la vecina Almería, habíamos dejado un poco de lado la aportación de nuevos contenidos al blog. Os tenía mal acostumbrados y así ha pasado: depresiones, suicidios, insomnios, profunda desazón... pero ya estamos aquí de nuevo, dispuestos a seguir narrando la trepidante historia de cuatro exconvictos que viajaron a Sevilla pensando que Héroes del Silencio era un grupo de flamenco y que en Elche no sobraban los cuartos... Así pues, que se anime el depresivo, resucite el suicidado, que se duerma el insomne y alegre el desazonado.

El primer cubata de la noche siempre es síntoma de felicidad: la noche por delante, la vista todavía no está turbia, las piernas se mantienen rectas, no hay tambaleos, se entiende uno a sí mismo cuando habla... un sinfín de bienestares. Así nos sentíamos nosotros en aquel garito que os nombré en mi relato anterior. Imaginábamos que, en una ciudad como Sevilla, aquel pub era el preludio de una retahíla de lugares por recorrer, cada uno más emocionante, con mejor música, mayor cantidad y calidad de sevillanas (y malagueñas y cordobesas) y cubatas más caros que el anterior. Nada más lejos de la realidad.

Como todas nuestras investigaciones realizadas en los días precedentes se habían limitado a buscar la forma de convencer a Paco Sánchez para que condujera el Audi (estimábamos que el resto de los componentes de la expedición estaríamos en la fase alta de una resaca profunda, tras la pre-despedida de Agustín), no teníamos ni idea de dónde estaban los garitos en aquella macrociudad. Tampoco disponíamos de la lista de bares que, con la dedicación y el cariño de quien construye una pajarera o una leja en el cuarto de aseo para el vasito del cepillo de dientes, había confeccionado nuestra querida Juani. Así pues, sólo nos quedaba preguntar. Dentro de aquel pub, se nos ocurrió preguntar al chaval que estaba en la puerta. Un chaval cuya única misión parecía ser reemplazar el preciado vaso de cristal que intentaba ser sustraído (de forma clandestina o evidente) por los que salían por un barreño de plástico. De guía turístico, tenía poquito. De acento andaluz, todavía menos. Me dijo que él no tenía ni idea, pero que seguramente estos chavales te podrán aconsejar. Estos chavales eran tres sevillanetes de entre 15 y 16 años, abanderados por un bajito porrerete con ligero vello incipiente por cada poro de su cara. Ni tenia barba, ni perilla, ni bigote, ni todo lo contrario. Una cosa rara. El peinado, indescriptible. Este muchacho fue el primero de unos cinco o diez individuos que me dijeron las mismas palabras a lo largo de la noche: "tenéis este sitio, el Jackson que está aquí detrás y el fan-clú que está saliendo a la Alameda". Bien. No sonaba mal para empezar. Podíamos tomarnos un par en el Jackson (pronúnciese Yássson), otro par en el fan-clú y después ya buscaríamos algo así como el Código o el Teatro Circo. Pues bien: para entrar al Jackson, una cola de diez metros. Mal augurio ya que si bien es cierto que al final llegas a situarte el primero en la cola e incluso a salir de ella por la parte de alante, lo que te encuentras no es precisamente comodidad. Pasando de colas. Una magnifica deducción me llevó a pensar que lo mejor sería volver luego y así esperar a que se vacíe un poco. ¿Desde cuándo los pubs se vacían a medida que avanza la noche? ¿No es al revés? En cualquier caso, optamos por el plan-C y buscamos el fan-clú. No lo encontramos. Vuelta al plan-A: de nuevo al garito que nos vio nacer.

Nos vio entrar el mozo de la puerta con cara de "ya están estos otra vez aquí...". Viaje a la barra y gran descubrimiento a continuación: cuando volvíamos cargaos con las manos llenas de vasos observamos que Agustín y Paco Sánchez habían desalojado a unos jovenzuelos, a saber con qué pretexto, y ocupado su sitio, en un rincón a salvo de cualquier maleante no ilicitano, con el culete sentao y mesa para dejar los apechuesques. ¿Qué más se podía pedir? Dejar pasar el tiempo allí era como un paseito en barca. Excursiones por parejas para renovar las consumiciones hasta perder la cuenta e incluso hasta conseguir que en una de esas romerías a la barra, Paco Sánchez se dignara a levantarse y a ejercer su obligación de ir a pedir. El tío estaba ahí apalancao y no había quién lo moviera. Parecía que los huevos le pesaran cuatro kilos cada uno. Finalmente, con más quejas que aplausos, se levantó y fue. Y en cada viaje, caía un Nachete. Será por cuartos...

Tras un sinfín de conversaciones variadas, incluida la que nos comprometía a buscar un bar en Murcia para jugar al mus periódicamente, se produjo un hecho insólito. Un ser de mediana edad y mediana (tirando a baja) estatura nos enseñaba medio Nachete y nos pedía cambio. El desprendimiento del que veníamos haciendo arrojo durante toda la noche hacía que nuestros bolsillos sonaran poco: entre todos juntábamos setenta céntimos. En la barra tampoco tenían cambio (raro, porque con nuestras propinas ya podian juntar cambio, ya) y nadie en el bar parecía dignarse a juntar los tres euros con diez que necesitaba nuestro nuevo amigo para un paquete de Marlboro. Vímosle apurado y además de enseñarle nuestra calderilla para que viera que no le mentíamos, le ofrecimos tabaco de nuestros paquetes, instándole a pedirnos cada vez que quisiera, sin reparo. Él, que evidenciaba una borrachera galopante, nos hizo una nueva oferta: os cambio el billete de diez euros entero por tres euros con diez céntimos. Lo necesario para la cajetilla de marras. Le insistimos en que no podía ser, no por falta de ganas sino de monedas. Nachetes teníamos, pero monedas no. Contrariado, se marchó, aunque se alejó poco. Deambulaba por allí. Le invitamos a fumar en varias ocasiones, tanto a él como a su compañero de juergas. Llegados a este punto, ya sabíamos que eran de Elche, que habían venido a propósito al concierto y que se habían dejado a las mujeres durmiendo mientras ellos salían de jarana. ¡Vaya pájaros! Un rato después, la felicidad desbordó el local: consiguió cambio. Una pobre víctima inocente que le entregó tres euros con diez al ilicitano y recibió ¡UN BILLETE DE DIEZ EUROS! ¡MEDIO NACHETE! Vivir para ver. Desbordando alegría (y borrachera) por los cuatro costados, el caballerete nos invitó a fumar sin parar, ofreciendo los cigarros de dos en dos. Bueno, a Pacoga, como él no fuma, le ofrecía de tres en tres. Él ya no sabía cómo decirle que no fumaba. Para ese momento, estaban ya sentados con nosotros, totalmente integrados y cantando canciones de los Héroes o de cualquier otro origen... al afortunado caballero que ganó más de mil pesetas sólo por llevar tres euros sueltos, no le llegamos a conocer. Seguro que se fue al bingo.

En las próximas entregas hablaremos de la decadencia de la velada y del viaje de vuelta, con el momento estelar de la colocación del asiento. El Audi tiene muchos caballos, sí, pero el asiento es una piojera...

viernes, 26 de octubre de 2007

Me acabo de comprar unas tenazas...

... para cortarle las pelotas al que no se venga a la próxima convocatoria oficial... y eso, como podréis imaginar, significa que ya hay nueva ¡CONVOCATORIA OFICIAL DE LOS CORAZONES SINÉRGICOS!

Hace siete días tuvo lugar la despedida virtual de Agustín Caballero Belda. Líder de líderes. Maestro de maestros. El que nos enseñó a todos a hacer las cosas como Dios manda. El que consiguió que más de uno se pare a meditar unos segundos antes de tomar una decisión, pensando: "¿qué haría Agustín en esta situación?". Si la despedida virtual fue sonada... ¡imagínense la despedida real!

El plan es tan sencillo de entender como atractivo de imaginar: fin de semana en Almería, ciudad filial de Granada en materia de cañejas, fiestezasca y gachises. Y para que no haya los problemas de excursiones precedentes, en las que unos aguantaban la primera noche, otros la segunda, y Nachete ambas, hemos decidido organizar la fiesta de este modo: salida de Murcia el sábado por la mañana. Llegada a Almería a mediodía (las 12, a más tardar), cañas hasta hacer crujir los serpentines, tapas hasta conseguir que la boca del estómago haga palmas. Continuaremos con yintonis, pacharanes y licores de graduación media variados, para acabar (o continuar) con cubatas de todos los colores. Llegados a este punto, será hora de cenar y de continuar con el festival. ¿Qué más se puede pedir?

Para los que vamos desde Murcia, es un viaje de menos de 2 horas. Para el que viene de Jaén, hay poco más de tres horas, y para el madrileño, el avión aterriza sin dar tiempo a dar cuenta de una bolsa de pipas El Manisero, abierta al iniciar el despegue. No hay excusas.

Fechas. Avisamos con tiempo: el fin de semana pensado es el del 24 y 25 de noviembre. Esperamos una pronta respuesta ya que, si alguno tuviera ese fin de semana las bodas de oro de alguno de sus hijos, podría retrasarse y/o adelantarse una semana nuestro evento. Cualquier otro compromiso no sería equiparable a este, de modo que seríais considerados unos rajados de por vida. Y rajados en este contexto va con doble sentido, ya que recibiríais las críticas más ácidas que puedan desprenderse de nuestros crueles vocabularios.

Así pues, Agustín, JuanFran, Paco Sánchez, Pacoga, Natalio, Nachete, Yanguel, Jorge, Pablete, Damián y un largo etcétera de guaperas y guaperos, se arrepentirán de por vida si fallan a la despedida real de Agustín, considerada en algunos foros como ... ¡LA GRAN DESPEDIDA!

Os esperamos...

jueves, 25 de octubre de 2007

Juevescete

Esta tarde tenemos dardos y cervezascas. JuanFran, Pacoga y yo, confirmamos asistencia. Paco Sánchez también, aunque prefiere mañana, pero esta semana a mí me pilla mejor hoy, mañana no me puedo liar.

Luego quedamos en algo...

miércoles, 24 de octubre de 2007

¿Dónde están los garitos?

Al ritmo que vamos, mucho me temo que por Navidad estaremos todavía hablando del viaje de vuelta o algo así. Mi idea inicial era escribir una crónica del concierto, incluyendo algunas cositas previas sobre el viaje de ida, dos o tres tonterías ocurridas durante la madrugada, para a continuación zanjar la exposición con un "y el viaje de vuelta fue bien". Así podríamos pasar página y dedicar este blog durante un tiempo a rajar de Jorge y su habilidad para esquivar cualquier responsabilidad, entre otras muchas destrezas que tiene el chaval. Pero es que es inevitable, nos pasan tantas cosas, que no puedo evitar contarlas. A nosotros nos ocurre lo contrario de cuando te mira un tuerto. Por cierto, ¿qué es lo contrario de que te mire un tuerto? ¿que te mire la tía de las tres tetas de Desafío Total? Seguramente sí.

Hoy hablaremos unos minutos sobre la salida del concierto. ¿Queda todavía algún lector de este blog que no sepa quién es Bocasecaman? Os recuerdo la canción:

Bocasecaman, bocasecamaaaan...
¡Tiene la lengua como un gateeteeeeee!

Pues así estábamos nosotros durante el concierto. Una vez ganada la posición, no nos atrevíamos a abandonarla para traer un litro del líquido elemento. Aunque nos habríamos conformado con agua también. ¡Imaginaos cómo era la desesperación! Al salir del concierto, vi a unos metros un tenderete regentado por un varón de raza blanca entre 20 y 65 años, que estaba introduciendo unas botellas de agua de litro y medio en una espuerta con hielo. Me lancé apartando a la gente clavándoles los uñates en el cuello, brazos y espalda y compré una. Tenía tanta sed que creo que no me esperé a que me devolviera. Nos cascamos la botella de agua en medio minuto (entre los cuatro) y luego compramos otra, aunque de esa sobró un litro y algo, ya que Agustín y Pacoga se pidieron unas cervezas.

Salimos del barullo de gente y nos dirigimos hacia una noche que esperaba nuestros hígados como madrileño que espera el mes de agosto para venir a la costa a dar por culo. Un pateo que sirvió para debatir el concierto y para darnos cuenta, al cabo de un rato, de que estábamos perdidos. Comenzamos siguiendo al gentío, asumiendo que se dirigían todos al mismo sitio: a la zona de garitos. Nos surgió a todos la duda de si los que andaban detrás de nosotros nos venían siguiendo a nosotros con lo que nació el temor de estar siguiendo a gente que a su vez estaba siguiendo a otra gente más perdida todavía. Agustín sospechaba que, en cualquier momento, los que encabezaban el populoso gentío, iban a entrar en su casa, dejándonos a todos con tres palmos de narices. En ese momento, la muchedumbre se agolparía ante la casa de esos sevillanos quienes se verían forzados a, al menos, salir a la ventana, recibiendo sin duda los vítores de la muchachada. Esto no ocurrió. Lo que sí pasó fue que a medida que avanzábamos, cada grupo se desviaba hacia su camino, haciendo cada vez más difícil identificar a la manada dominante. Al final, reconocimos un puente del río, y la llegada al barrio del hotel fue fácil.

Como es evidente, buscábamos algún garito en el que, tras poner un Nachete cada uno en la mano de Pacoga, pudiéramos refrescarnos el galillo. Ardua tarea ya que, ni nos habíamos informado antes de salir de casa de cuáles eran las mejores zonas para salir por Sevilla, ni tampoco preguntamos allí a nadie. Anduvimos un rato dando vueltas sin seguir a nadie. Estuvimos a punto de preguntar pero nos resistimos y seguimos andando con la esperanza de que nos cayera un garito del cielo y nos rodeara. Finalmente, encontramos un pub en una calle perpendicular a la Alameda, y allí que nos metimos. Nos tomamos el primer cubata (en mi caso acompañado por una botella de agua que me bebí de un trago) de pie en el centro del bar, debatiendo sobre temas variados. Recordamos la instructiva conversación con el taxista y Paco Sánchez y yo discutíamos sobre las propiedades del botijo. De la forma que me lo explicaba, yo estaba imaginándome un termo: algo que te mantiene el agua fría y el café caliente, pero no enfría nada que no venga enfriado de casa. Está claro que, nuestra capacidad para explicarnos bien y entender mejor está relacionada directamente con el alcohol: no hay cubatas, no hay claridad. Fue por eso por lo que decidimos seguir conociendo la noche sevillista (y la bética) en lugar de irnos a dormir. Pero sólo por eso. No vayáis a pensar que era porque teníamos ganas de fiesta.

Tras acabarnos ese primer cubata y acordando que no podíamos permanecer durante toda la glamurosa noche sevillana en el mismo garito, nos fuimos en busca de aventuras. Pero eso será en el próximo capítulo.

martes, 23 de octubre de 2007

El gran momento del día (y de la década)

Tras la gélida siesta, la cálida ducha. Pantalones vaqueros, camiseta de Suede (que pegaba más bien poco), calzado y al ataque. Contra todo pronóstico, Paco Sánchez y Agustín ya estaban preparados y esperándonos abajo. Habían visto que por la Alameda (sí, la que tiene los números cabrones) pasaban taxis de vez en cuando y lo consideraron la mejor opción. Escasos segundos después paramos uno. Le dijimos que íbamos al Estadio Olímpico de La Cartuja y respondió como si ya se lo esperara. Nos explicó que acababa de llevar a unos jóvenes al mismo sitio y que a nosotros no se nos notaba tanto que íbamos allí ya que, ni íbamos todos con camisetas negras ni teníamos las manos cargadas de bolsas llenas de botellas chocándose.

Instantes después llegábamos a nuestra querida Resolana donde el atasco era similar al de la mañana. No obstante, a la voz de "tú me tienes que dejar pasar, que si no estos señores llegan tarde", nuestro amigo el taxista se coló entre la cochedumbre y el camino se hizo bastante corto. Por el camino nos fue contando cosas sobre la Expo, Isla Mágica y los botijos. Le pagamos y nos bajamos con una duda existencial: ¿sería bético o sevillista? Ninguno se lo preguntó y todos nos quedamos con la duda.

Siguiente paso: cenar. Sin ningún tipo de misterios, pedimos unos bocatas (todos excepto Agustín, que se pidió una hamburguesa) y nos los comimos. Quizá en este punto haya gente sorprendida porque no estuviéramos borrachos. Creedlo o no pero así es, fuimos capaces de bebernos sólo un quintico o un bote cenando, y entrar en perfecto estado de sobriedad.

Al entrar al recinto, el primer shock. ¡Cuánta gente! ¡Qué barbaridad! Las gradas a reventar, el césped casi también. Sin parar de entrar gente. Yo ahí estaba temiendo que entrara todavía mucha más gente y tuviéramos que apretarnos en exceso pero no fue así: estuvimos bastante cómodos. Incluso podíamos movernos un poco cuando los compañeros de delante subían a hombro a dos de sus amigas. La primera me daba culazos en la cara y la segunda tenía que ser sujetada por Paco Sánchez o se caía de espaldas. La pobre no sabía mantener la posición. Se echaba hacia atrás y perdía el equilibrio. Y claro, se caía.

Minutos después, empezaba el concierto, con un comienzo un tanto intrigante. Una canción tan sorprendente como preciosa. Nada más terminar de sonar, se empieza a oír la guitarra de Valdivia y un foco ilumina una silueta que dibuja una forma de persona encadenada a una guitarra. Como no podía ser de otra forma. Segundos después, otra guitarra: Bunbury con la acústica, en otra silueta de las mismas dimensiones. La canción, toda una sorpresa: El Estanque. Ahí comenzó un delirio que iba a prolongarse durante algo más de 2 horas y media. Paco Sánchez fue tremendamente feliz viendo a los Héroes. A sus Héroes. Yo los veía por tercera vez y creo que esta vez ha sido mucho mejor que las dos anteriores. La única pega es que, desde donde estábamos, teníamos que seguir el concierto a través de las pantallas gigantes, porque el escenario quedaba un tanto lejos. Tras El Estanque llegó Deshacer el Mundo (empezar porque sí y acabar no sé cuándo...), Mar Adentro, La Carta, y unas cuantas más. Noté cambiado a Bunbury: los años no pasan en balde. En varias ocasiones evitó el lucimiento en favor de una voz supongo que ya algo castigada por la gira. 2 bises de tres canciones cada uno, y el delirio general con La Chispa Adecuada. Todo el estadio a oscuras, iluminado únicamente por los mecheros y los móviles. Aunque si este momento fue el delirio general, minutos antes se producía el delirio particular: tocaron mi canción favorita. Canción que no tocaron en Zaragoza ni tocaban en los últimos conciertos de giras anteriores: Despertar. Y quién nos devora que una pesadilla me parte en dos. Momento indescriptible, incalificable. Como la práctica totalidad del concierto: estremecedor, impactante, espeluznante... el mejor concierto de mi vida; y llevo unos cuantos.

Tras el concierto, el recuento: muchas sorpresas, como Apuesta por el Rock and Roll, Malas Intenciones, Tumbas de Sal... y algunas faltas, como El Camino del Exceso o Rueda Fortuna. Y mi anhelada Virus. Tampoco la tocaron. En fin, no se les puede reprochar nada.

Al acabar el concierto, el castillo semanal de Isla Mágica servía de colofón. Mientras los fuegos artificiales hacían tronar el cielo de Sevilla, yo me quedé embobado en la pantalla gigante, que tenía una imagen fija que decía "Héroes del Silencio, Tour 2007". Y su símbolo. Me quedé inmóvil, en silencio, pensando. Dándome cuenta de que hacía poco que había cumplido 30 años y acababa de ver el mejor concierto de mi vida, viendo al grupo que marcó mi adolescencia y mis primeros veintes. Con una vida nueva, excelentes amigos nuevos, una novia magnífica, un buen trabajo... reflexioné sobre todo eso y salí del estadio con una enorme sonrisa en el rostro, escuchando Like a Rolling Stone de Bob Dylan, que sonaba por la megafonía.

En próximas entregas hablaremos de la exigua vida nocturna de los alrededores de la Alameda de Hércules, y de cómo ganar 7 euros de forma sencilla en Elche.

¡Hasta la próxima!

Comida de martes

Como cada martes, ha habido expedición. Hemos ido a Casa Martín, que hacía tiempo que no íbamos. Jorge, Pacoga, Pablete y yo. Mesa para cuatro, debajo de la tele. Todos sopa menos Pacoga, que ha pedido consomé porque es vegetariano y cree que los fideos son de bacon. De segundo, pues unos carne, otros pescao, y Pablo se ha pedido un plato de all-i-oli (ajo-aceite) y se lo ha comido con pan.

Mientras esperábamos el postre, hemos llevado a cabo una actividad profundamente cultural: hemos intentado matar un mosquito que no podía volar y deambulaba por la mesa, cada uno con un palillo. Lo hemos dejado moribundo hasta que finalmente Pablete lo ha matado sin querer: ha dejado encima de él la panera creyendo que tenía la base cóncava. Craso error: la panera era plana y el mosquito ha fallecido en el acto. Mientras tanto, en la mesa de al lado hablaban de la historia de los Balcanes. ¡Cuánta cultura junta!

lunes, 22 de octubre de 2007

Cañejas y siestecica

La Alameda de Hércules es una piojera: pertenece a ese 0,4% de calles españolas en la que los números van de uno en uno, desmarcándose de la regla no escrita de "los pares a un lado, los impares al otro". En esta avenida o paseo, puedes hacer el ridículo ante 500 personas sin despeinarte: "mira, mira, ya vuelven otra vez los dos tontacos aquellos; esta vez van por la otra acera...", "anda que no van perdíos ni na...". Eso nos pasó a Pacoga y a mí, buscando el hotel. Al final, tras dar más vueltas que un tonto dentro de la misma calle, lo encontramos. Y casi nos pasamos, porque apenas se leía el cartelico.

Una vez dentro del hotel, un rato esperando a que viniera alguien a atendernos. Al final, apareció la recepcionista. Daba el perfil de actriz de telenovela que durante los primeros ciento cincuenta y siete capítulos es feísima, y en el capítulo ciento cincuenta y ocho se deja el pelo suelto y se quita las gafas y se convierte en Catherine Zeta-Jones. Lo que pasa es que como desde el principio ya la intuyes así, pues no cuela lo de hacerse la fea. Todos sabemos que nos engañas, recepcionista. Y también sabemos que eres una asidua lectora de este blog. Te mandamos un saludo.

Tras dejar las cosas en las habitaciones, a comer. Era ya tardecico y teníamos hambre. Al fin y al cabo, sólo habíamos almorzado dos veces (sí, vale, la primera era el desayuno...). Nos clavaron tres mil pesetas (casi 1 Nachete) por un platico de salpicón y una fuente de chipirones a la plancha: buenos sí, caros también. A continuación, fuimos a otro bar en el que los camareros casi se hinchan a palos entre ellos de lo estresaos que estaban. En ese sitio se vivió uno de los momentos más absurdos del fin de semana. Nos sentamos en una mesa, y los de al lado tuvieron esta conversación:

- Este es el tercer concierto que dan en España.
- ¿El tercero? Yo creo que llevan más.
- No no, seguro que es el tercero.
- (se pone a leer la camiseta de su amigo) Guatemala, Buenos Aires, Mexico, Mexico, Mexico... ¡muchos más de tres!
- Ya, pero yo te digo en España. ¡En España llevan sólo tres!
- ¡Y dale con que son tres! Que son muchos más... si te acabo de leer la lista...

En fin, creo que todavía siguen allí con la misma conversación.

Por último, visita a un bar que ya tenía a plancha apagada (las cuatro y media de la tarde) y nos comimos un plato de jamón y queso, recordando a los huevones de Ibi, que se hicieron el camino de Santiago sin sufrir, ni sudar. Con porteadores, como si fueran al Machu Picchu.

No sé si es que estamos viejunos o que la experiencia es un grado, pero estábamos todos de acuerdo en que lo siguiente era la siesta. Previo paso por un café, acompañado de un cubata. Bueno, eso ellos, yo una cañeja más. Lo normal habría sido un pacharán, pero desde que la camarera del Kennedy me los pone sin pedirlos, ya se me ha olvidado cómo se piden.

Dos horicas de siesta, en las que se demostró que si no tuviéramos que ir a trabajar, ni satisfacer necesidades fisiológicas (vamos, mear y cagar), raras veces nos levantaríamos de la cama: subestimamos la temperatura idónea y tuvimos que taparnos hasta el cuello. Ya podía granizar allí dentro, que nosotros no nos levantábamos a parar o subir la temperatura del aire acondicionado. Al final se levantó Pacoga, cuando la escarcha de las cejas empezaba a metérsele en los ojos.

Tras la siesta, duchica y ... ¡AL CONCIERTO! Pero eso será en una próxima entrega.

Nos leemos!

Dale a tu cuerpo alegría Macarena...

Mi profunda y decadente afonía contesta a la pregunta de qué tal el concierto: ha sido sin duda lo mejor del fin de semana, aunque no lo único. Hablemos del viaje de ida:

El viaje bien, aunque un poco largo. Tardamos casi más tiempo desde mi casa (al lado de Sinergia) hasta la salida de Alcantarilla que desde ahí hasta Granada. Y no fue por atascos, sino porque descubrimos en primera persona que el mundo tiene dos culos: la casa de Pacoga y la casa de Paco Sánchez. Cuando alguien os diga "eso está en el culo del mundo", le preguntáis "¿en cuál de los dos?". Una vez recogidos los Pacos, carretera y manta.

El promedio de paradas por kilómetro (o de kilómetros por parada) fue el habitual, aunque esta vez no fue para hacer una ruta turística por los tronos de las gasolineras sino para comernos dos o tres gorrinos en cada parada. Primera parada: tostadas con tomate. Panzá. Segunda parada (minutos después): catalanas de jamón tamaño A3 (el folio, no el Audi). Según el crack de alcantarilla, nos habíamos levantado con el molino picao.

Llegada a Sevilla y a buscar el hotel. Según lo que yo había visto en Internet, era bastante fácil. Muy recto y, en los puntos donde había que girar, las referencias eran bastante claras. Pero, ¿quién soy yo para contradecir al maestro de la orientación? Jejeje. Llegamos a un punto en el que claramente había que seguir recto, pero Agustín decidió que esa calle no era una calle importante, y prefirió volver hacia atrás unos metros para coger otra calle más importante. Así las cosas, entramos por la Calle Resolana, conscientes de la necesidad de girar a la derecha cuanto antes. 2 kilómetros después lo hicimos y aparecimos a tomar por saco del hotel, en un barrio de callejuelas superestrechas, cada una más que la anterior. Con el correspondiente descojono. Al final, conseguimos salir, sin arañar el coche y sin que nos robaran las ruedas. Volvimos al punto donde cogimos la calle importante y esta vez sí cogimos la correcta. Un poco después, Pacoga y yo buscábamos el hotel a pata mientras Agustín y Paco Sánchez aparcaban, no sin chiripa, en la calle. Gratis y con una póliza de seguro y todo, contratada con un gorrilla de la zona.

En siguientes entradas hablaremos del concierto, la noche y el viaje de vuelta.

Y espero vuestros comentarios. He cambiado la configuración para que no os exija introducir una cuenta de google. Pinchad en la opción Otros, ponéis vuestro nombre, y escribís lo que queráis. Pero hacedlo, ¿vale? Que si no, esto no tiene gracia.

Saludos.

Inauguración por todo lo alto

Aplicando la idea que ha tenido hoy Agustín mientras volvíamos de Sevilla, he decidido crear un blog. Básicamente, el objetivo es hablar de nuestras cosas, tanto de las fiestas, viajes, conciertos, dardetes, muses, infletes a grasa, etc., como de las ralladas que se nos pasan por la cabeza, únicas donde las haya. Y cuando digo "nuestras cosas", ¿quién esta incluido en ese "nosotros"? Pues ya sabéis, los de siempre, de presente o pasado sinérgico, en su mayor parte. No hace falta decir nombres, creo yo.

¿De dónde viene el nombre del blog? Inicialmente, sólo los que han venido a Sevilla este finde lo habrán entendido. Aunque seguramente hablaremos del concierto en otra entrada del blog, os cuento esto: estábamos en la barra de un garito, pidiendo unos cubatas. A mi lado, un cuarentón algo borrachillo está revolucionao, sin parar de cantar. Se limita a dos fragmentos, ambos de Entre Dos Tierras: "Déjame" y "No seas membrillo". Me canta casi al oído, gritando, pero no me cabreo en absoluto: me resulta gracioso. El tío dice que sólo canta eso porque no se sabe más. A continuación me explica que, en su pueblo, hay unos membrillos más grandes que los membrillos convencionales y son más dulces. Se llaman gamboas, me dice. A continuación, me canta de nuevo como si estuviera haciendo una prueba a ver qué tal queda: "No seas gambooooaaa...". Parece gustarle, y a partir de ese momento se dedica a cantar eso sin parar, por todo el pub. Metiéndose en todos los grupos de personas para cantarles. Cada dos por tres lo oía a lo lejos (la música del pub no estaba nada fuerte) y me partía el culo. Ha sido uno de los momentos estelares del fin de semana, aunque ha habido más...

Bueno, pues no me enrollo más, por ahora. Queda inaugurado este blog. Nuestro nuevo punto de encuentro online.