martes, 23 de octubre de 2007

El gran momento del día (y de la década)

Tras la gélida siesta, la cálida ducha. Pantalones vaqueros, camiseta de Suede (que pegaba más bien poco), calzado y al ataque. Contra todo pronóstico, Paco Sánchez y Agustín ya estaban preparados y esperándonos abajo. Habían visto que por la Alameda (sí, la que tiene los números cabrones) pasaban taxis de vez en cuando y lo consideraron la mejor opción. Escasos segundos después paramos uno. Le dijimos que íbamos al Estadio Olímpico de La Cartuja y respondió como si ya se lo esperara. Nos explicó que acababa de llevar a unos jóvenes al mismo sitio y que a nosotros no se nos notaba tanto que íbamos allí ya que, ni íbamos todos con camisetas negras ni teníamos las manos cargadas de bolsas llenas de botellas chocándose.

Instantes después llegábamos a nuestra querida Resolana donde el atasco era similar al de la mañana. No obstante, a la voz de "tú me tienes que dejar pasar, que si no estos señores llegan tarde", nuestro amigo el taxista se coló entre la cochedumbre y el camino se hizo bastante corto. Por el camino nos fue contando cosas sobre la Expo, Isla Mágica y los botijos. Le pagamos y nos bajamos con una duda existencial: ¿sería bético o sevillista? Ninguno se lo preguntó y todos nos quedamos con la duda.

Siguiente paso: cenar. Sin ningún tipo de misterios, pedimos unos bocatas (todos excepto Agustín, que se pidió una hamburguesa) y nos los comimos. Quizá en este punto haya gente sorprendida porque no estuviéramos borrachos. Creedlo o no pero así es, fuimos capaces de bebernos sólo un quintico o un bote cenando, y entrar en perfecto estado de sobriedad.

Al entrar al recinto, el primer shock. ¡Cuánta gente! ¡Qué barbaridad! Las gradas a reventar, el césped casi también. Sin parar de entrar gente. Yo ahí estaba temiendo que entrara todavía mucha más gente y tuviéramos que apretarnos en exceso pero no fue así: estuvimos bastante cómodos. Incluso podíamos movernos un poco cuando los compañeros de delante subían a hombro a dos de sus amigas. La primera me daba culazos en la cara y la segunda tenía que ser sujetada por Paco Sánchez o se caía de espaldas. La pobre no sabía mantener la posición. Se echaba hacia atrás y perdía el equilibrio. Y claro, se caía.

Minutos después, empezaba el concierto, con un comienzo un tanto intrigante. Una canción tan sorprendente como preciosa. Nada más terminar de sonar, se empieza a oír la guitarra de Valdivia y un foco ilumina una silueta que dibuja una forma de persona encadenada a una guitarra. Como no podía ser de otra forma. Segundos después, otra guitarra: Bunbury con la acústica, en otra silueta de las mismas dimensiones. La canción, toda una sorpresa: El Estanque. Ahí comenzó un delirio que iba a prolongarse durante algo más de 2 horas y media. Paco Sánchez fue tremendamente feliz viendo a los Héroes. A sus Héroes. Yo los veía por tercera vez y creo que esta vez ha sido mucho mejor que las dos anteriores. La única pega es que, desde donde estábamos, teníamos que seguir el concierto a través de las pantallas gigantes, porque el escenario quedaba un tanto lejos. Tras El Estanque llegó Deshacer el Mundo (empezar porque sí y acabar no sé cuándo...), Mar Adentro, La Carta, y unas cuantas más. Noté cambiado a Bunbury: los años no pasan en balde. En varias ocasiones evitó el lucimiento en favor de una voz supongo que ya algo castigada por la gira. 2 bises de tres canciones cada uno, y el delirio general con La Chispa Adecuada. Todo el estadio a oscuras, iluminado únicamente por los mecheros y los móviles. Aunque si este momento fue el delirio general, minutos antes se producía el delirio particular: tocaron mi canción favorita. Canción que no tocaron en Zaragoza ni tocaban en los últimos conciertos de giras anteriores: Despertar. Y quién nos devora que una pesadilla me parte en dos. Momento indescriptible, incalificable. Como la práctica totalidad del concierto: estremecedor, impactante, espeluznante... el mejor concierto de mi vida; y llevo unos cuantos.

Tras el concierto, el recuento: muchas sorpresas, como Apuesta por el Rock and Roll, Malas Intenciones, Tumbas de Sal... y algunas faltas, como El Camino del Exceso o Rueda Fortuna. Y mi anhelada Virus. Tampoco la tocaron. En fin, no se les puede reprochar nada.

Al acabar el concierto, el castillo semanal de Isla Mágica servía de colofón. Mientras los fuegos artificiales hacían tronar el cielo de Sevilla, yo me quedé embobado en la pantalla gigante, que tenía una imagen fija que decía "Héroes del Silencio, Tour 2007". Y su símbolo. Me quedé inmóvil, en silencio, pensando. Dándome cuenta de que hacía poco que había cumplido 30 años y acababa de ver el mejor concierto de mi vida, viendo al grupo que marcó mi adolescencia y mis primeros veintes. Con una vida nueva, excelentes amigos nuevos, una novia magnífica, un buen trabajo... reflexioné sobre todo eso y salí del estadio con una enorme sonrisa en el rostro, escuchando Like a Rolling Stone de Bob Dylan, que sonaba por la megafonía.

En próximas entregas hablaremos de la exigua vida nocturna de los alrededores de la Alameda de Hércules, y de cómo ganar 7 euros de forma sencilla en Elche.

¡Hasta la próxima!

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí señor, ¡¡L A C A N C I O N!! ayer estuve buscándola pero no conseguí dar con ella... la piel de gallina se me ha puesto al volver a escucharla...

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo en casi todo, excepto en que yo pedí dos hamburguesas, no una.
Por lo demás, el concierto fue muy bueno, incluso desde el punto de vista de uno como yo que no es tan fanático de Héroes como el güemmatter.
Personalmente, con el flipe de ver ese pedazo de estadio al entrar más el comienzo con El Estanque ya había amortizado buena parte de la entrada.

Anónimo dijo...

Atendiendo a mis obligaciones como opositor, aquí estoy estudiando en este momento y escuchando la radio.
Bien, en el programa La Ventana parece que tienen una sección Ariel Rot y Jaime Urrutia donde ponen música. Hoy han puesto a los héroes, y en un momento dado Ariel ha dicho: ¿y qué diantres es eso de "no seas membrillo"?
Jeje, estaba esperando que entrara en antena el güemmatter para contar la "versión gamboa".

Juan Ant. dijo...

Ya me estoy imaginando un programa de radio sobre los Héroes o sobre cualquiera otra cosa, al que llamen los oyentes y cuenten historias raras. Yo podría contar la del No Seas Gamboa, hacer publicidad del blog, y desde ese día tendríamos cincuenta mil visitantes asiduos diarios.

Ganaríamos millones de dólares...

Anónimo dijo...

Muy buena la cancion. Ya tengo el de Zaragoza,.. empieza igual, se me han puesto los pelos de punta.

Anónimo dijo...

Hay que llevar p'alante lo del programa de radioy ver si con esto nos hacemos ricos, porque lo que es con las quinielas...

Juan Ant. dijo...

Lo que no he dicho en el artículo original es que Agustín se pidió la segunda hamburguesa porque cuando se terminó la primera vio que, tras la barra, había aparecido una atractiva señorita, aparentemente la hija de los dueños del tenderete. En ese momento, y pese a no tener hambre ninguna, se dirigió a ella con la mejor de sus sonrisas y le dijo esa romántica frase que todos imagináis: ¿me pones una hamburguesa? La chica, al oír eso, no pudo evitar caer rendida en sus brazos. Normal. Si es que hasta yo estuve tentado...