jueves, 27 de diciembre de 2007

Momento Kennedy

Salimos de aquella marisquería devastada de comida por lo intempestivo de la hora (pasaban las cuatro de la tarde) buscando un bar llamado Volley Balón. El de las jugadoras. Algunos ya fantaseaban con la posibilidad de que alguna de ellas, por apurar hasta el último minuto en el bar, estuviera ataviada con el traje de jugadora presta para un partido inminente. Así, fuimos preguntando por la calle. Y, o yo no entendí muy bien al camarero que me explicó el camino o éste se explicó como el culo: las indicaciones actualizadas que recibíamos por el camino contradecían por completo mis ideas preconcebidas. Callejeando, llegamos a una avenida importante en la que había que recorrer unos cien metros para encontrar finalmente el garito buscado. Allí, pudimos leer con claridad el letrero de la puerta:

MOLLY MALONE


O yo estaba borracho por los oídos o el camarero guía era un gangoso. Y, por supuesto, nada de voleiboleras ni de pantalones cortitos. En fin, que desilusión, tendremos que echarnos un cubata, pensamos. ¿Veis? Nosotros nunca salimos predispuestos a beber ni nada de eso, pero las vicisitudes que encontramos por el camino nos obligan.

El MOLLY MALONE era algo así como un bar del oeste. Una camarera con botas, espuelas y cartucheras (de las que se ponen, no de las que salen solas) nos preguntó: "¿qué queréis tomar, forajidos?". Música del oeste. La bola esa de rastrojos botando por la calle sin rumbo fijo, siguiendo la dirección del viento. Tiroteos y peleas. Nosotros pedimos lo que queríamos tomar. Todos un café excepto yo, que quería una cerveza (es que tenía sed...) y creo que el Yánguel se pidió algo de más contenido alcohólico. Algo con Vodka, creo. Al parecer, la casa de los líos se apoderó de nuestro rinconcito porque acto seguido la camarera apareció con un pacharán que supuestamente era para mí. Creo que sacó la conclusión de una conversación que escuchó:

Alguien: Juan Antonio, ¿no te vas a tomar un Pacharán?
Juan Antonio: ¿Un Pacharán?

Supongo que nunca se ha oído la palabra Pacharán dos veces en la misma conversación, tan seguidas y tan cerca de una barra sin que haya sido para pedir uno, así que ella misma decidió que yo lo quería. Y claro, como la muchacha estaba de buen ver, los que estaban a mi alrededor se pusieron de su parte y dijeron que sí, que yo había pedido un Pacharán (si alguien tiene otra versión de lo sucedido que la cuente, que para eso están los comentarios). Menos mal que el Yánguel se puso de mi parte y dijo, con su peculiar timbre: Tranquiiiiilos, chiiiicos, ya lo apadrino yoooo. Y se adjudicó el Pacharán junto con el refresco alcohólico que ya llevaba por la mitad.

Paralelamente, otra camarera vino a preguntar si faltaba algo. Como mi cerveza todavía no había sido servida, el Yánguel dijo que sí, que faltaba una caña. Segundos después aparecían las dos camareras, cada una con una caña en la mano. Ambas vestidas de negro, ambas rubias... parecía que hubiera un espejo en medio. Y, ¿qué pensáis que ocurrió?:

a) La camarera que había interpretado incorrectamente la falta de la cerveza dijo que no pasaba nada y se la llevó para tirarla.
b) La camarera que había interpretado incorrectamente la falta de la cerveza dijo "pues ahora te la bebes, y ya está".

La opción a habría resultado ganadora en la mayoría de los bares... pero NUNCA EN EL MOLLY MALONE.

¿Entendéis ahora por qué decía lo de la casa de los líos?

El siguiente episodio del lugar ocurrió unos minutos después: acabada mi cerveza y en el transcurso de una animada tertulia sobre videojuegos de fútbol con Nachete y Paco Sánchez, mi galilló se secó y decidí pedir el primer cubata de la tarde. Ese al que todavía sacas sabor a ron. Pues cuando me acerqué a la camarera y se lo pedí, ¿qué pensáis que ocurrió?:

a) La camarera me dijo que ahora mismo me traía el Brugal con limón.
b) La camarera frunció el ceño y me dijo que antes preguntara a mis amigos si alguno quería algo más para no tener que estar echando viajes sin parar.

La opción a habría resultado ganadora en la mayoría de los bares... pero NUNCA EN EL MOLLY MALONE.

En fin. Supongo que imaginaréis que duramos poco allí. Aunque poco en estas circunstancias no son diez minutos ni veinte ya que, con la inercia de los cubatas, que siempre que te lo estás acabando hay alguien que se lo acaba de pedir, pasó casi una hora. El caso es que nos fuimos un poco indignados. Al menos, los que nos enteramos de los continuos desplantes de las camareras: otros permanecían al margen, flotando en su mundo particular.

Siguientes etapas del viaje: los chupitos calentitos, las almerienses sesentonas que se hacen pasar por niñas de dieciséis... y el resto de la velada.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Casa Puga

Yo esperaba encontrar, trabajando de camarero en el Casa Puga, a un nuevo integrante de la selección española de baloncesto de Los Angeles 84. Si ya tenemos a Arcega (Togo) y a Corbalán (Granada), ¿por qué no íbamos a encontrar a Romay, Margall o Beirán? Pues no. Allí había un camarero jovencete de apariencia antipática y abstraída pero de actitud diligente en extremo. Vamos, que parecía que estaba empanao y no te hacía caso, pero le pedías algo y al rato te lo traía. Así, fuimos degustando tapa tras tapa, ración tras ración, arroba de cerveza tras arroba de cerveza. El Yánguel, como siempre, de dos en dos. Y con conversaciones todavía coherentes. Cuando llevábamos un ratito en el bar aparecieron por allí los del coche resacoso: Damián, Paco Sánchez y Nico, el fotógrafo. Este sujeto ejercía su improvisado oficio con un aparato de dimensiones y características profesionales: un pedazo de camarón. Como el que venía a tu casamiento a romperse la camisa, la camisita que tenía.

Con el buche lleno y el cuerpo cansado de la posición, unos cuantos cambiaron de bar. Se fueron a una especie de marisquería que había bastante cerca de allí, en la misma calle. Con el paso del tiempo he olvidado detalles tales como los integrantes de aquella avanzadilla o si cuando se fueron dijeron a tomar por culo o a tomar por saco.

Minutos después, pasé al aseo por trigésimo sexta vez y cuando salí ya había llegado Nachete. Se sorprendió cuando vio que faltaba la mitad del personal, pero enseguida le explicamos la división y su fundamento. Pagamos lo que se debía y nos fuimos a conseguir, de una vez por todas, la reunión definitiva del rebaño. Eran casi las cinco de la tarde cuando conseguimos estar toda la expedición junta dentro del mismo bar. Y Nachete sin comer. Negocié con el camarero para que le hiciera un bocadillo. Me dijo que tenía poca cosa y yo le convencí de que lo mejor para él y su familia era hacer un bocadillo para chuparse los dedos. Un poco asustado por mi actitud admonitoria, abrió el pan con tal velocidad y energía que se cortó en la mano y soltó el pan por los aires, cagándose en la Virgen del Camino Seco. El pan cayó al suelo, rodeado de unas gotitas de sangre que caían de la mano del histérico camarero. En realidad, mi imaginación se ha apoderado de mi rol periodístico, convirtiendo las últimas líneas en pura ficción. Nada es cierto desde y yo le convencí. Pero, ¿a que habría estado bien? La verdad es que llenó un bocadillo con todo lo que tenía y Nachete se quedó tan contento.

Mientras tanto, Pablete me preguntaba por primera vez que si no me mareaba la cerveza, porque sus ojos estaban empezando a hacerle chiribitas y la vertical se le empezaba a transformar en diagonal. Vamos, que se tambaleaba.

Al cabo de un rato, el momento Togo daba paso al momento Kennedy. Le pregunté al camarero de la marisquería que dónde podíamos ir después, algún sitio para tomar un café y/o una copichuela. Éste me llevó a la calle a darme precisas indicaciones para llegar a lo que en principio entendí como El Volley Balón. Pensé que era bastante original el nombre y supuse que debía estar lleno de jugadoras de voleibol. Así que no lo pensé y dirigí nuestros pasos hacia allí.

En próximas entregas hablaremos del nombre real del Volley Balón, de lo simpático de sus camareras y de lo poco que tardamos en irnos de allí. Y, sí, espero que las próximas entregas no se hagan tanto de rogar como la presente.

¡Hasta pronto!

jueves, 13 de diciembre de 2007

La reunión del rebaño

La reunión del rebaño fue fácil, pero larga. Os cuento de qué forma fuimos encontrándonos:

El Yánguel llegó a Almería a la hora de desayunar. De desayunar un tubo de cerveza, claro. El tío salió de Jaén cuando todavía faltaba un rato para amanecer y llegó a Almería el primero. Como os contaba en el relato anterior, el Yánguel se propuso gastar más en teléfono ese día que en el resto del año así que desde que llegó allí nos llamó unas diez veces. Nos iba contando sus peripecias en su soledad mañanera, con su desparpajo característico. Así que, como él llegó el primero al hotel, nos indicó de forma fácil como localizarlo. Y vaya que si era fácil. En cuanto dabas con la calle para girar a la derecha, veías una fachada con un letrero gigante con el nombre del hotel. Más fácil imposible.

Instantes después, nos acercamos al hotel para coger las habitaciones y dejar los coches, y esperar allí a los que faltaban. Ahí comprobamos que ya había llegado el coche de Pablete, con el susodicho más Natalio y Pacoga.

Cogimos las habitaciones e hicimos un reparto de las mismas un poco a norre. Fuimos subiendo y nos fuimos colocando cada uno donde pilló.

A continuación y con la dilación que os podréis imaginar, nos fuimos de cañas. Para el que no haya conseguido imaginarlo o ni siquiera lo haya intentado, le diré que la dilación fue: ninguna. Salimos detrás del guía que conocía Almería mejor de lo que cabría sospechar. Sus experiencias pasadas en la ciudad junto con mis ojos clavados en el mapa hacían imposible fallar. Así, y a la espera de que se nos uniera el resto de la expedición, que todavía iba de camino, nos metimos en el primer bar que vimos. Íbamos camino de una zona que tenía muchos bares, pero no supimos esperar e hicimos aquello tan conocido de tomar una caña de camino. Ahí tomamos un par y pusimos el primer bote, que fue recogido por el botista en funciones, a la espera de la llegada de Nacho. Pacoga recopiló los siete nachetes, pagamos las dos cañas y nos fuimos. Las tapas del sitio no estaban mal: unos platitos pequeños con carne en una salsa. Para empezar, está bien.

Durante todo este periodo de tiempo, los que faltan iban de camino. A saber: Damián, Paco Sánchez y Nico ocupaban el coche del primero, quien tuvo la indecencia de asarse como un piojo la víspera y salieron más tarde por culpa de su resaca. En fin. El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. :-D

Y en el tren venía el que demostró tener más cojones que el caballo del Espartero: Nachete. El tío llevaba unas cinco horas metido en un tren y todavía le quedaban otras dos. Y el domingo tenía que volver, no os penséis que no.

Estos cuatro caballeretes aparecieron un rato después por el bar al que nos dirigimos tras salir del bar de la caña de camino. El ... ¡¡CASA PUGA!!

¡Hasta la próxima!

martes, 4 de diciembre de 2007

La quinta dimensión

Tras toda la polémica creada en las horas previas a la partida, aún tuvimos los santos cojones de llegar tarde nosotros y tener allí esperando al pobre Jorge, quien, como era de prever, estaba esperando en el sitio donde más difícil era recogerlo: escondido tras unos arbustos en el carril paralelo a la carretera. Este punto de recogida seleccionado por mi sobrino provocó que Agustín no fuera capaz de encontrar un sitio donde detenerse hasta haberse alejado doscientos metros que el simpático alhameño tuvo que recoger al trote, con la sudada correspondiente.

El viaje fue amenizado por una de las mejores cintas de chistes que uno puede comprar en cualquier bar de carretera: El Yánguel. Este individuo a quien todos conocemos, iba solo desde Gútar (Michigan) hasta Almería. Y lejos de ir concentrado en la peligrosa tarea de adelantar camiones y tractores por la nacional, el tío iba aburrido y llamándonos cada treinta segundos. Yo descolgaba el teléfono directamente en manos libres y así hacía los efectos de una cinta de chistes. No hacía falta que nosotros habláramos. Él soltaba su perorata adornada con sus habituales comparaciones y sus incomparables anécdotas. En una de esas llamadas, coincidió que Jorge estaba hablando con Pablo, por su móvil. Puso el manos libres y ahí establecimos una especie de Party Line. Lo nunca visto: Pablete y el Yánguel hablando a través de nuestros móviles. Creímos entrar en una quinta dimensión, o algo así...

Tras hora y media de camino, entramos en Almería y encontramos el hotel con suma facilidad. Ahí estaba el Yánguel, esperándonos de pie, medio indignado porque le habían cobrado 2,30 euros por un tubo de cerveza.

En próximas entregas: la reunión del rebaño, las primeras cañas, el Casa Puga, el Molly Malone... ¡pues anda que no queda!

viernes, 30 de noviembre de 2007

Lista confirmada

Por fin, la lista de expedicionarios a Almería está completamente confirmada. Finalmente, esta es la composición de los medios de transporte:

Coche 1.- Pablo, Natalio, Pacoga
Coche 2.- Agustín, Juan Antonio, Jorge
Coche 3.- Damián, Paco Sánchez, Nico
Coche 4.- Yánguel
Talgo.- Nachete

Efectivamente, Nachete al final se viene. Llegará sobre las 3 de la tarde a almería, en el tren. Quedaremos con él para que acuda a donde estemos, bien sea en taxi o yendo a por él, o como sea.

Pues poco más. Espero que no seáis excesivamente huevones para madrugar y podamos estar todos, o casi todos, en Almería a eso de las 12.

¡Hasta mañana!

jueves, 29 de noviembre de 2007

El tiempo en Almería

Se prevé un sábado soleado y temperaturas entre 11ºC y 19ºC. Así que, no está mal. Fresquito de cazadora, pero sin excesivo frío nocturno.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Expedición a la ciudad de Almería

Tras casi una semana después de la última entrada, aquí estamos de nuevo. Disculpen ustedes el paréntesis. Esta vez, no podemos hablar de algo que no sea el viaje a Almería, claro está. La situación es ésta:

Confirmados que sí vamos: Juan Antonio, Agustín, Paco Sánchez, Yánguel, Nico, Damián, Pablete, Jorge, Pacoga y Natalio.
Sin confirmar al 100%, pero casi seguro que sí: Nachete.
Confirmados que no vienen: el resto de la humanidad. Nos causa especial dolor la baja de Juanfran, pieza clave en este tipo de eventos, pero ni que decir tiene que comprendemos su situación familiar y le deseamos lo mejor.

El caso Nachete es que está buscando la mejor combinación posible para bajar de Madrid. Actualmente, baraja opciones como el tren directo Madrid-Almería, o el coche, bajando a Murcia y dejando el coche aquí hasta el domingo. Yo confío en que venga, le he visto animado. Pero por otra parte, también se nota que no ve muy clara la combinación y, si no encuentra alguna que más o menos sea cómoda, no descarto que se eche atrás.

Tema hotelero: reservado y pagado (creo, que lo confirmen los pagadores). Tenemos seis habitaciones dobles, para once que somos. Pensamos que no vale la pena cancelar nada ni hacer movidas. Simplemente tendremos que pagar 20 euros de más entre 11, no llega a 2 euros por cabeza. Mejor así que tener a 3 pobres durmiendo en una habitación con una cama supletoria ahí metida, o a saber, quizá tenga que dormir uno en una bañera (no sé en qué estaba yo pensando, pero había escrito ballena en lugar de bañera). Y no me vale que digáis: "¿qué más da el hotel? si no vamos a dormir, nos vamos de fiesta...". Eso ya no es así. Aquí casi todos estamos ya en la treintena, y necesitamos una cama, con sus sábanas y su almohada.

Si finalmente Nacho se rajare, que espero que no, pues tendríamos que intentar cancelar una habitación, o jodernos y pagarla entre los que vamos. Serían 4 euros más por barba, en total. Tampoco es un dineral, pero sí espero que la próxima vez que le veamos le demos cada uno, una hostia por cada euro. Así la derrama se convertirá en derrame.

Hay gente que me ha preguntado por el plan y tal. Bueno, creo que está claro. Llegada a Almería sobre las 12, coger las habitaciones, reunir el rebaño y buscar la zona de cañas y tapas. Si queréis hacer los deberes, podéis informaros antes de viajar de cuáles son los sitios recomendados, aunque no es necesario ya que Agustín se conoce aquello. A partir del momento de las cañas y las tapas, pues el cuerpo se va dirigiendo solo hacia el café, los cubatas, las cañas de la cena, etc. Improvisación, como siempre.

También hay algunos preocupados por el domingo. Yo creo que vamos coches suficientes como para que pueda haber separación: unos se vuelven temprano, otros se quedan a comer... no creo que haya problemas. En cualquier caso, si queréis, exponed aquí vuestra situación y lo planificamos.

Tema coches. En principio la idea es esta (pongo primero el conductor y propietario de cada coche):

Coche 1: Pablo, Natalio, Pacoga.
Coche 2: Agustín, Juan Antonio, Jorge y Nachete. En este coche, todavía no está confirmado el orden de los dos primeros miembros. Si finalmente me lo llevo yo, es necesario que en mi coche venga Jorge ya que tendría que dejar a mi novia en Alhama. Si vamos en el coche de Agustín ya da igual, porque le dejo a mi novia el coche y no tengo la necesidad de entrar a Alhama.
Coche 3: Damián, Paco Sánchez y Nico.
Coche 4: Yánguel. Este va directo desde Gútar, Michigan.

Si vamos en el coche de Agustín, no hay problema en cambiar a Jorge por Nico. Aunque según me ha explicado Nico, es bastante fácil llegar al punto de recogida. Aquí el que las va a pasar putas es Pablete, que tiene que ir a por Pacoga a Guadalupe, Nebraska.

Bueno, pues creo que está todo claro. Hora de salida no hemos fijado, más o menos que cada coche fije la suya. Pensad en que hay que estar sobre las 12 en el hotel. En próximas entradas publicamos más información sobre cómo llegar, aunque podéis buscar por ahí si queréis. Se llama Hotel Indálico.

¡Qué poquito queda!

jueves, 22 de noviembre de 2007

Aviso a lectores del blog

Un aviso: si tenéis la costumbre de sólo leer los comentarios del último post del blog, id cambiando la costumbre, porque pueden aparecer comentarios nuevos en hilos antiguos. Para no salir locos teniendo que retener en la memoria el número de comentarios que hay en cada hilo, cada vez que entráis, os recomiendo que utilicéis un lector de RSS, para suscribiros a las nuevas entradas del blog y a los comentarios. Si queréis que os dé más información, me lo decís, pero os adelanto que el lector de google está muy chuli. Pulsad aquí para abrir el Google-Reader.

Ya lo sabéis.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Efecto dominó

Qué lástima que me lo perdiera. De hecho, si no me lo hubiera perdido, no habría ocurrido. Os cuento:

Ayer, martes 20 de noviembre, a mediodía, nos disponíamos a salir de elpozo para comer fuera. Cuando todavía estábamos en la sala de los sinérgicos, el grupo se dividió en dos: Pacoga, Jorge, Iván y Fernando organizaron una primera avanzadilla, y Pablete y yo nos quedamos unos minutos con la consultica que la ardilla nunca supo ejecutar. El tiempo se nos alargó, de modo que decidimos no ir a Casa Martín y quedarnos a comer en elpozo (por cierto, comimos arriba... vaya papeo!). Le mandé un mensaje a Pacoga para avisarles de que no íbamos. La avanzadilla había preparado la mesa para que pudiéramos sentarnos los seis, juntando dos mesas. Cuando recibió mi mensaje, pensaron: "bueno, ahora que ya sólo seremos cuatro, vamos a quitar la otra mesa y así que la puedan aprovechar". Gran momento: no se dieron cuenta de que había cubiertos, platos y vasos entre las dos mesas, y provocaron una catástrofe de proporciones maquiavélicas. Los platos cayendo, los cubiertos, las copas... el accidente creo que se saldó con una copa muerta y un sinfín de heridos.

Tengo que buscar el video en youtube.

martes, 20 de noviembre de 2007

Las ardillas son bonicas... pero ya

Aquí estamos, demostrando que no porque hayamos contado todo el viaje a Sevilla, el blog deba morir. Nunca lo permitiremos.

Os preguntaréis que qué coño significa el título de este post. Hoy se ha vivido un episodio que confirma, una vez más, que ni ardillas, ni hostias. Resulta que nuestro querido amigo Pablete estaba hoy dándose camotazos (la expresión oficial de mi compi Juanjo) porque una consulta no le funcionaba en su querido cliente sql Squirrel (squirrel es ardilla en inglés). Le daba un error de sintaxis. Después de un rato haciendo pruebas juntos, quitándole y poniéndole cosas, hemos hecho la prueba, por desesperación, de copiar y pegar la consulta en el Asistente Sql. ¿Os imagináis el resultado? Pues sospecháis bien: ahí han ido apareciendo, una tras otra, todas las filicas en el grid llenas de datetes. Mientras tanto, la ardilla seguía en sus trece: Syntax error.

Moraleja: dejemos las ardillicas para los parques, que ahí están muy bonicas.

Y ahora, Pablete, dejo la palabra a Agustín, que seguramente te dirá cuatro cosas bien dichas.

lunes, 19 de noviembre de 2007

Retorno resacoso

El viaje de vuelta fue tan divertido como el de ida. Las ilusiones dieron paso a los recuerdos y la frescura se transformó en resacón. El buen humor, sin embargo, permaneció intacto. Las tonterías se sucedían sin cesar, unas relacionadas con la juerga, otras con el concierto, y algunas ajenas al fin de semana.

Sabedor de la dificultad de hacer 500 kilómetros de carretera continua y resacosa, con dos descansos esporádicos a lo largo de la ruta pero sin echar un sueñecito en ninguno de ellos, me ofrecí a tomar las riendas de la diligencia, durante un ratito. Ese tiempo sería suficiente para que Agustín renovara sus energias y retomara la marcha con las pilas cargadas. Así, renové el ofrecimiento que ya había hecho la noche anterior, por activa y por pasiva, durante los fragores de la batalla cubatera. Agustín no tardó en aceptar la propuesta, preguntándome si me encontraba en condiciones de llevar la nave a buen puerto. Afirmativa respuesta. Quedamos en que, en la siguiente parada, yo le relevaría.

Al alejarnos de Sevilla, llegó el primer descanso. Ahí, las llaves del Audi pasaron a mis manos y con ellas, la responsabilidad de llevar a su casa a tres treintañeros resacosos casi sin afeitar. Me tranquilicé pensando que, total, tampoco se perdería mucho. Pero claro, eso no lo dije en voz alta para no herirles.

Nos pusimos viento en popa. Yo al volante, Paco Sánchez de copiloto y Pacoga y Agustín detrás. Esto último me sorprendió sobremanera ya que, normalmente, cuando uno cede su coche para que sea conducido por un piloto alternativo, suele ocupar el lugar contiguo para así ir resolviendo cuantas dudas surjan a éste sobre el funcionamiento elemental del vehículo: cómo se sube el aire, debo meter ya la sexta, para qué sirve este botón que pone Volume+... entre otras. Pero no. Se colocó atrás. Y cuando me giré para preguntarle que dónde estaba la palanca, rueda o similar que me permitiría despegarme del volante con el principal objetivo de poder respirar y, ya de paso poder estirar un poco las piernas y conducir el coche, el tío estaba ya roncando. Medio entre sueños, me dijo que tenía la palanca a la derecha. Muevo la palanca. Nada. Forcejeo. Nada. Paco Sánchez se reía, preguntándome: "¿puedes o qué?". Pues no, no podía. Pasé tanto tiempo intentándolo, que el estado de ánimo de la concurrencia (entre los que ya contamos a Agustín, que se había despertado para ayudar) atravesó por muy diferentes estadios: paciencia (bueno, es normal que le cueste... es la primera vez que conduce este coche), intriga (¿qué estará haciendo éste tanto rato con la palanquica?), inicio de desesperación (yo creo que ya lleva bastante rato... vamos, digo yo), desesperación completa (sí, definitivamente, decido que ya lleva demasiado rato). Al final, Agustín se bajó del coche, dio toda la vuelta al mismo y se colocó ante mí para darle él con sus propias manos a la palanca. Tras unos segundos de darle meneos, recordó que ese adminículo nunca me permitiría desplazar el asiento sino abrir una pequeña compuerta destinada a guardar CDs, bolis y artilugios variados. Sus palabras exactas fueron: ¡Coño! Si esta es pal cajón. La del asiento está al otro lado. Descojono general. El sexto en el cuarto de hora que llevábamos ya allí, intentando colocarme el asiento. Primera prueba superada. Siguiente paso: considerando necesario poder maniobrar con los brazos en lugar de llevarlos fijos como los abuelos de 80 años que circulan con la C15, decidí que también quería echar hacia atrás el respaldo del asiento. Esta vez, encontrar la rueda fue sencillo pues está en el mismo sitio que en mi coche. La giré un poco, y cuando creí que ya estaba colocado, Agustín me dijo: No sé, a lo mejor vas a ir un poco repantigao de más.... Me giró un poco y veo que mi espalda forma un ángulo de unos 45º, con respecto al asiento de atrás. El pobre Pacoga estaba casi aplastao. Descojono general, segunda parte. Cuando me vi a mí mismo casi tumbao, después de un cuarto de hora intentando regular el asiento, me entró el ataque de risa total, que tardó un buen rato en irse. Me eché el asiento un poco hacia delante, para acercarme a los 90º. Al final, como no podía ser de otra forma, dije: Bah, nos vamos así, como sea.... Agustín me preguntó que si estaba seguro, un poco receloso por el estado en que, con toda probabilidad, iba a dejar su coche tras no ser capaz de reaccionar al primer imprevisto. Pero sí, lo estaba. Y vaya que si lo estaba. ¡Cómo corría el chisme aquél! Iba camino del carril de aceleración más agusto que todas las cosas. Pensaba para mis adentros: Para ser la primera vez que llevo un Audi, hay que ver qué confianza tengo, ¡cómo le piso!. A continuación, cogí el carril de aceleración, aceleré más todavía para entrar a la autovía y, por curiosidad, mientras aceleraba, miré el cuentakilómetros a ver qué vertiginosa velocidad había alcanzado ya. Iba a 40km/h. Descojono particular y semigeneral, tercera parte. Tratando de salvar el orgullo y de cumplir la ley, me puse a más de 60 y entre en la autovía. El resto de mi turno al volante fue sin contratiempos, con las dudas lógicas de quien coge un coche por primera vez. Los dejé en la primera parada, en la que comimos en la barra unos bocatas, junto a uno de los cientos de miles de grupos de jóvenes que venían del concierto compuestos por cuatro tíos y una tía. La siguiente etapa del viaje, que ya fue la última si no recuerdo mal, fue conducida por Agustín, que nos fue dejando en casa uno por uno.

Nos despedimos de él, conscientes de que era algo más que una despedida después de un viaje de fin de semana, pero también sabedores de que estaba muy lejos de ser una despedida definitiva.

miércoles, 14 de noviembre de 2007

La pringá: ¿un plato típico o una tonadillera?

Levántate, que tenemos que dejar la habitación a las 12. Rebuzno por respuesta. Así vimos amanecer en aquella soleada mañana de domingo en la Alameda de Hércules, Sevilla. La semirresaca que teníamos el día anterior, producto de la tarde de Karts y cubatas de la víspera, se había transformado en resaca completa. Con algo de nostalgia, mucho dolor de cabeza, pastosidad de boca (ya sabéis la canción...) y articulaciones lentas y desengrasadas, recordábamos las horas que habían precedido a aquel sueño placentero y mejor aclimatado que el que tuvo lugar la tarde anterior, a modo de siesta. Empezamos cantando la banda sonora de este blog y continuamos tomando una ducha cada uno. Y cuando digo cada uno, quiero decir, él la suya y yo la mía... y cuando digo él la suya y yo la mía quiero decir que yo no estaba presente en la suya ni él en la mía... y cuando digo que no estaba presente quiero decir que tampoco estaba fuera de la mampara observando y haciendo comparativas con los primos del Yánguel sino que estaba fuera del cuarto de aseo ultimando la reconstrucción de mi macuto.

Es curioso lo mío con los macutos: aunque el viaje vaya a durar 24 horas, como en este caso, siempre me llevo ropa para cualquier eventual clima, actividad deportiva, lúdica, excursión, celebración religiosa, casamiento, fusilamiento, juicio o batalla en la que haya que participar. Sin embargo, consciente de que iba a contar con una reducida parcela en el maletero del Audi para colocar mis enseres, esta vez supe contenerme y dar paso a la practicidad: lo puesto, una muda limpia, y una ropa de recambio por si las moscas. Claro, una vez que te la llevas, pues la utilizas, aunque no haya moscas. Y así pasa, que cuando voy a recomponer el macuto, tengo la sensación de quien construye un Belén con figuritas de plastilina. Me costó más cerrar el macuto que si intentara ponerme ahora unos vaqueros de cuando tenía 18 años.

Salida del hotel, sacudimos la molla y a desayunar.

El desayuno lo hicimos en el bar de al lado, el mismo en el que nos clavaron el día anterior por los chipirones aquellos. Yo, acostumbrado a no desayunar recién levantado para no tentar a la mala suerte en forma de cagalera, opté por un Aquarius que me quitara la sed y parte de la sensación desagradable, comúnmente denominada resaca. El resto de la expedición, es decir, Pacoga, Paco Sánchez y Agustín, optaron por imbuirse en la gastronomía local y pedir unas tostadas embadurnadas con el alimento localmente denominado pringá. (Nota: los que votasteis por la opción "tonadillera", acabáis de perder la apuesta). La fabricación del manjar en cuestión es tan rápida de explicar como difícil de llevar a la práctica: coges un gorrino, lo aplastas, y de la masa resultante te quedas con la parte que veas más grasienta. Conclusión: una bomba de relojería. Pues sí, ahí donde lo veis, ¡eso se come! Dos tanques de diferente color y/o composición fueron colocados en el centro de la mesa para que cada uno se untara en las tostadas lo que creyera oportuno. Ahí me los dejé, cuando abandoné la reunión durante unos minutos para llamar a mi costillita y contarle lo que no le pude contar al salir del concierto, por problemas de cobertura o batería. Con teléfono entre mano y oreja, deambulé por aquella plaza, que servía de desembocadura de la Alameda de Hércules en el barrio contiguo, hasta ver a media distancia un kiosko de prensa. Me dije: "voy a comprar el Marca, que se entretengan los chiquillos". Y así fue. 1 euro. O como lo suelen llamar en Sevilla, un vigésimo de Nachete o simplemente, para acortar, un vigésimo.

Me sorprendió el kioskero cuando me entregó, junto con el Marca, un DVD que pretendía recrear los mejores goles del Madrí. Como era un regalo, lo acepté sin dudar, con el claro objetivo de subastarlo entre mis dos compañeros de viaje merengones: Agustín y Paco Sánchez. Me dirigí de nuevo al bareto, despidiéndome por el camino, hasta dentro de un rato, de mi querida Gema y entré en él con el teléfono en el bolsillo, y el Marca y el DVD en una mano.

- Bueno, me han dado un DVD con los goles del Madrí... ¿quién de vosotros dos lo quiere?

No hubo duda. Paco Sánchez sacó lo mejor de todas las caras de los niños españoles cuando entregan la carta a los Reyes Magos a sus padres, para que estos la lleven al sitio donde se echa la carta a los Reyes Magos, mezclada con la que ponen cuando piden por favor quedarse a jugar en la calle hasta las diez de la noche en verano, cuando el colegio se acabó hasta septiembre. Con esa cara enternecedora nos dijo:

- A mí me haría mucha ilusión...

Adjudicado. Agustín no fue capaz ni de pensar en quitarle ese caramelo que desde hacía tantos años Paco Sánchez venía anhelando. Ese DVD era para él como una cerveza caída del cielo en momentos de sed, o ese siete de oros cuando te has quedado con dos sietes y una sota, de postre. Al dárselo, sentí que le había hecho feliz y, por consiguiente, todos fuimos felices. El resto del día fue divertido hasta el extremo. Todos sabíamos que, en realidad, era por la felicidad contraída al saber que Paco Sánchez iba a poder disfrutar de varias horas con los mejores goles de Santillana y de Pirri. Life is great.

Tras degustar en primera persona uno de los últimos resquicios de pringá, nos fuimos al coche, que afortunadamente seguía en el mismo sitio. Qué sabios son los gorrillas. Carretera y manta. Salimos de Sevilla con suma facilidad y nos plantamos en la autovía, donde seguiríamos nuestras animadas tertulias y desvaríos, hasta que llegó la siguiente parada, en la que se produjo un sonado relevo...

¡Seguiremos informando!

Probando, probando... hola, hola...


Bueno, que aquí estamos Pacoga y yo haciendo probatinas para ver si podemos poner imágenes en el blog. Como funcione, preparaos para ser el blog más visitado de la blogosfera, tras el viaje a Almería... ;-)

sábado, 10 de noviembre de 2007

Que se me pega el arroz...

Pues sí, a este paso, como bien anticipó el parado/opositor/empresario (POE), si no me doy un poco de vidilla se me va a juntar el viaje de Sevilla con el de Almería. Por cierto, Edgar Allan Poe en realidad se llamaba Edgar Allan Richardson, pero se cambió el apellido porque, tras abandonar la consultora en la que trabajaba y presentarse a oposiciones al Gobierno de Massachussetts, creó su propia empresa. Se dijo a sí mismo: "Coño, si soy parado, opositor y empresario... ¡POE!". Creo que se alquiló un despacho cerca de la Plaza de Toros de Boston.

Mientras escribo esto, Messi se acaba de ir de siete tíos del Getafe, pero no ha acabado en gol la cosa. Bueno, otra vez será...

Habíamos dejado a nuestros simpáticos protagonistas en aquel bar de mala muerte con sus compañeros ilicitanos (era así como había que seguir, ¿no?). Buena gente, sin duda. Pasamos varias horas con ellos, cantando canciones sin parar. El que iba menos borracho de los dos no paraba de decirme que yo era un crack, porque me sabía todas las canciones que cantaban. El repertorio era fácil: El último de la fila y Héroes del Silencio, casi al 100%. Ellos sí me decepcionaron a mí cuando no supieron continuar la letra de todo un clásico del rock español, interpretado por Ramoncín: "no puedo dejar de querer, no quiero cambiarte por nada, gritaré hasta que no salga el sol... moriré si no estás a mi lado". Todo un temazo. Y los tíos no se la sabían. Perdieron puntos, que no tardaron en recuperar cuando los derroteros se desviaron hacia Barrio Sésamo: "¿Dónde está el caballo? Tía Pepa, Tía Pepa, Tía Pepa... ¿Dónde está el caballo? Tía Pepa, Tía Pepa, Tía Pepa... ¿Dónde estáaaaaa?". Momento álgido. A esta se sumaron las sempiternas "Yo y mi llama", "Está lloviendo hoy, el cielo está gris" y "Todos los asuntos, nos irán mejor jugando juntos". Al final, intercambio de números de móvil por si un día se pasan por Murcia y despedida. Se marcharon, dejándonos en el mismo lugar donde les conocimos algunas horas antes: sentados ante aquella mesita baja repleta de cubatas, hasta no dejar ver el color de la mesa. Yo grabé su móvil como Elche Lobo y él grabó el mío como Murcia Crack...

Salimos del bareto, pregunta que preguntarás, no dejábamos pasar a nadie por nuestro lado sin interrogarle sobre la continuidad de la fiesta por aquel barrio. Y las perspectivas no eran nada halagüeñas: todos coincidían en fruncir el ceño y enviarnos al Fanclú, a todas luces lo único que quedaba abierto. Y allí que nos plantamos. El Fanclú que horas antes no habíamos sido capaces de encontrar, sí existía de verdad, y su nombre era "Fun Club". No confundir con el Fan Club de Los 40 principales. El sitio parecía ser algo así como un garito que tenía una terracita pequeña en la puerta (sin mesas, ni sillas, ni nada) y que, para acceder a ella, había que franquear un control de seguridad que un gorila había colocado, con sus músculos como único escollo. Nos colocamos a esperar. Y todo el agobio que no habíamos vivido durante las casi tres horas de concierto que protagonizaron la noche, lo sufrimos en aquel escaso cuarto de hora que aguantamos allí. La gente era un poco torpe, porque la calle era muy grande y estábamos allí enlatados casi sin poder respirar. Unos chavales que estaban allí a mi lado hablaban sobre Parálisis Permanente, lo que me obligó a introducirme en la conversación y a cantar con ellos aquello de "me miro en el espejo y soy feliz, y no pienso nunca en nadie más que en mí...". Cuando nos cansamos del agobio, salimos de él, encaminados hacia el hotel. Pero antes, una nueva pregunta. La Alameda de Hércules está cortejada por una especie de pivotes o mojones que pueden hacer el efecto de bancos individuales. Pasábamos por el lado de uno de ellos y le pregunté a un melenudo que allí estaba sentado. "¿Sabes si queda algo abierto?". "Uf, yo no tengo ni idea, no soy de aquí. Eso mejor te lo dirá él, que es de Sevilla", y me señala al banco de al lado, en el que estaba sentado un hombre de unos 50 años, que no parecía pegar mucho por aquellos lares y a aquellas horas de la madrugada. Este caballero de marcado acento sevillano me dijo lo mismo, que por esa zona ya no había nada. El melenudo me preguntó que de donde éramos y le dije que de Murcia. Él era de Cáceres. Me preguntó si habíamos venido al concierto y yo le contesté que sí, con un tono de obviedad como si me preguntan que si eso que llevo en la cara son gafas. "Pues claro. Tú también, ¿no?". Me dice que no. Sorpresa mayúscula y respuesta totalmente desatinada. "¿No jodas? ¿Y a qué coño has venido aquí si no es para el concierto?". El desatino no era tanto por la frase como por la presencia de un sevillano de pura cepa escuchando la conversación. El cincuentón. Este se indignó sobremanera pero, lejos de mostrarse agresivo, se rió diciendo: "homm-breeei, aquí en Sevisha hay mushah cosssaaaah...". Yo, reconociendo mi metedura de pata, me despedí educadamente y salí de allí por patas.

Y como el Fun-Club estaba casi enfrente del hotel, no hubo ninguna anécdota reseñable en el camino de vuelta, así que aquí termina la madrugada sevillana. El próximo capítulo hablará del desayuno y del viaje de vuelta en el que, debido a la resaca imperante, no ocurrió nada digno de contar... ¿o quizá sí?

¡Hasta la próxima!

martes, 6 de noviembre de 2007

Almería: situación actual

Como ya sabéis, el viaje a Almería es el día 1 de diciembre. Os recuerdo el plan: salida por la mañana de Murcia, para llegar allí antes de las 12. Pasar el día, dormir allí y volvernos el domingo. Imagino que el domingo por la mañana o a mediodía. Como iremos en varios coches, pues siempre estará la opción de volverse más tarde o más temprano...

Debemos reservar el hotel cuanto antes, así que estaría bien que fuerais confirmando. Lo que de momento sé es:

Pablete: Viene
Agustín: Viene
Juan Antonio: Voy
Pacoga: Viene
Damián: Viene
Nico: Viene, aunque tenía que consultar la agenda (espero tus noticias).
Paco Sánchez: hace un momento estaba seguro de que venía, pero ahora dudo de si sabe que hay viaje. Paco, ¿sigues entrando al blog? no fallarás, ¿no?
Juanfran: dudoso, pero yo creo que al final viene.
Natalio: lo mismo hasta se viene y todo. Dice que ese día le viene bien.
Jorge: no tengo muy claro si está buscando la excusa para no venir (ya sabéis, clásica maniobra de retrasar la respuesta negativa a la convocatoria, con el fin de evitar las insistencias continuas) o si es verdad que todavía no lo sabe. Él dice que quiere venir...
Josete: se ha enterado hoy (dice que no sabía ni que existía el blog). A lo mejor se viene.
Juanfran Madrid: no se viene.
Nachete y el Yánguel: espero que se vengan, pero últimamente parece que se los ha tragado la tierra, así que no sé nada seguro.
Gachises variadas: como siempre. Ninguna.

Si me dejo a alguien me lo decís, y que me disculpe. Somos muchos y así de memoria, es fácil tener lapsuses.

Así que, así estamos. La organización agradecería que, a lo largo de esta semana, confirméis la asistencia y así podamos reservar algo ya.

Sobre precios y tal, no os preocupéis que los hoteles son bastante baratos. Además, va a ser una sola noche, y probablemente no llegue ni a mil duros por cabeza. Incluso había alguno por veinte euros (por cabeza).

Venga, id escribiendo cositas por aquí....

viernes, 2 de noviembre de 2007

Fin de semana clave

Este fin de semana es clave. Después de varias semanas de largo estudio, aprendiendo a recitar de memoria frases como: "para eso tiene que ir a la otra ventanilla", "¿nos vamos a almorzar otra vez?", "me duele un poco un pie, voy a cogerme una baja por depresión de seis meses", nuestro querido parado/opositor va a desbordar todas las previsiones y a hacer un examen que va a servir de ejemplo durante generaciones.

También podemos informar a nuestros queridos lectores que han llegado rumores a este blog con las preguntas del examen. Al parecer va a ser una pregunta única: "El Visual Basic en las empresas cárnicas". Pan comido para el p/o.

Así pues, desde este blog os pedimos a todos que encendáis una vela, un mechero, el móvil, la playstation o lo que tengáis ( © Bunbury), para desearle suerte al p/o y que le salga el examen que todos queremos.

¡Suerte crack!

miércoles, 31 de octubre de 2007

Almería

Cobra fuerza el 1 de diciembre como fecha para el viaje a Almería.

Si sois tan amables, id contestando cuanto antes a este mensaje y confirmando la asistencia. Cuanto antes lo hagáis, antes reservaremos hotel y más barato nos saldrá.

Venga, ya estáis tardando...

lunes, 29 de octubre de 2007

El Yássson y el tabaco más caro del mundo

Inmersos en la organización de la inmimente excursión a la vecina Almería, habíamos dejado un poco de lado la aportación de nuevos contenidos al blog. Os tenía mal acostumbrados y así ha pasado: depresiones, suicidios, insomnios, profunda desazón... pero ya estamos aquí de nuevo, dispuestos a seguir narrando la trepidante historia de cuatro exconvictos que viajaron a Sevilla pensando que Héroes del Silencio era un grupo de flamenco y que en Elche no sobraban los cuartos... Así pues, que se anime el depresivo, resucite el suicidado, que se duerma el insomne y alegre el desazonado.

El primer cubata de la noche siempre es síntoma de felicidad: la noche por delante, la vista todavía no está turbia, las piernas se mantienen rectas, no hay tambaleos, se entiende uno a sí mismo cuando habla... un sinfín de bienestares. Así nos sentíamos nosotros en aquel garito que os nombré en mi relato anterior. Imaginábamos que, en una ciudad como Sevilla, aquel pub era el preludio de una retahíla de lugares por recorrer, cada uno más emocionante, con mejor música, mayor cantidad y calidad de sevillanas (y malagueñas y cordobesas) y cubatas más caros que el anterior. Nada más lejos de la realidad.

Como todas nuestras investigaciones realizadas en los días precedentes se habían limitado a buscar la forma de convencer a Paco Sánchez para que condujera el Audi (estimábamos que el resto de los componentes de la expedición estaríamos en la fase alta de una resaca profunda, tras la pre-despedida de Agustín), no teníamos ni idea de dónde estaban los garitos en aquella macrociudad. Tampoco disponíamos de la lista de bares que, con la dedicación y el cariño de quien construye una pajarera o una leja en el cuarto de aseo para el vasito del cepillo de dientes, había confeccionado nuestra querida Juani. Así pues, sólo nos quedaba preguntar. Dentro de aquel pub, se nos ocurrió preguntar al chaval que estaba en la puerta. Un chaval cuya única misión parecía ser reemplazar el preciado vaso de cristal que intentaba ser sustraído (de forma clandestina o evidente) por los que salían por un barreño de plástico. De guía turístico, tenía poquito. De acento andaluz, todavía menos. Me dijo que él no tenía ni idea, pero que seguramente estos chavales te podrán aconsejar. Estos chavales eran tres sevillanetes de entre 15 y 16 años, abanderados por un bajito porrerete con ligero vello incipiente por cada poro de su cara. Ni tenia barba, ni perilla, ni bigote, ni todo lo contrario. Una cosa rara. El peinado, indescriptible. Este muchacho fue el primero de unos cinco o diez individuos que me dijeron las mismas palabras a lo largo de la noche: "tenéis este sitio, el Jackson que está aquí detrás y el fan-clú que está saliendo a la Alameda". Bien. No sonaba mal para empezar. Podíamos tomarnos un par en el Jackson (pronúnciese Yássson), otro par en el fan-clú y después ya buscaríamos algo así como el Código o el Teatro Circo. Pues bien: para entrar al Jackson, una cola de diez metros. Mal augurio ya que si bien es cierto que al final llegas a situarte el primero en la cola e incluso a salir de ella por la parte de alante, lo que te encuentras no es precisamente comodidad. Pasando de colas. Una magnifica deducción me llevó a pensar que lo mejor sería volver luego y así esperar a que se vacíe un poco. ¿Desde cuándo los pubs se vacían a medida que avanza la noche? ¿No es al revés? En cualquier caso, optamos por el plan-C y buscamos el fan-clú. No lo encontramos. Vuelta al plan-A: de nuevo al garito que nos vio nacer.

Nos vio entrar el mozo de la puerta con cara de "ya están estos otra vez aquí...". Viaje a la barra y gran descubrimiento a continuación: cuando volvíamos cargaos con las manos llenas de vasos observamos que Agustín y Paco Sánchez habían desalojado a unos jovenzuelos, a saber con qué pretexto, y ocupado su sitio, en un rincón a salvo de cualquier maleante no ilicitano, con el culete sentao y mesa para dejar los apechuesques. ¿Qué más se podía pedir? Dejar pasar el tiempo allí era como un paseito en barca. Excursiones por parejas para renovar las consumiciones hasta perder la cuenta e incluso hasta conseguir que en una de esas romerías a la barra, Paco Sánchez se dignara a levantarse y a ejercer su obligación de ir a pedir. El tío estaba ahí apalancao y no había quién lo moviera. Parecía que los huevos le pesaran cuatro kilos cada uno. Finalmente, con más quejas que aplausos, se levantó y fue. Y en cada viaje, caía un Nachete. Será por cuartos...

Tras un sinfín de conversaciones variadas, incluida la que nos comprometía a buscar un bar en Murcia para jugar al mus periódicamente, se produjo un hecho insólito. Un ser de mediana edad y mediana (tirando a baja) estatura nos enseñaba medio Nachete y nos pedía cambio. El desprendimiento del que veníamos haciendo arrojo durante toda la noche hacía que nuestros bolsillos sonaran poco: entre todos juntábamos setenta céntimos. En la barra tampoco tenían cambio (raro, porque con nuestras propinas ya podian juntar cambio, ya) y nadie en el bar parecía dignarse a juntar los tres euros con diez que necesitaba nuestro nuevo amigo para un paquete de Marlboro. Vímosle apurado y además de enseñarle nuestra calderilla para que viera que no le mentíamos, le ofrecimos tabaco de nuestros paquetes, instándole a pedirnos cada vez que quisiera, sin reparo. Él, que evidenciaba una borrachera galopante, nos hizo una nueva oferta: os cambio el billete de diez euros entero por tres euros con diez céntimos. Lo necesario para la cajetilla de marras. Le insistimos en que no podía ser, no por falta de ganas sino de monedas. Nachetes teníamos, pero monedas no. Contrariado, se marchó, aunque se alejó poco. Deambulaba por allí. Le invitamos a fumar en varias ocasiones, tanto a él como a su compañero de juergas. Llegados a este punto, ya sabíamos que eran de Elche, que habían venido a propósito al concierto y que se habían dejado a las mujeres durmiendo mientras ellos salían de jarana. ¡Vaya pájaros! Un rato después, la felicidad desbordó el local: consiguió cambio. Una pobre víctima inocente que le entregó tres euros con diez al ilicitano y recibió ¡UN BILLETE DE DIEZ EUROS! ¡MEDIO NACHETE! Vivir para ver. Desbordando alegría (y borrachera) por los cuatro costados, el caballerete nos invitó a fumar sin parar, ofreciendo los cigarros de dos en dos. Bueno, a Pacoga, como él no fuma, le ofrecía de tres en tres. Él ya no sabía cómo decirle que no fumaba. Para ese momento, estaban ya sentados con nosotros, totalmente integrados y cantando canciones de los Héroes o de cualquier otro origen... al afortunado caballero que ganó más de mil pesetas sólo por llevar tres euros sueltos, no le llegamos a conocer. Seguro que se fue al bingo.

En las próximas entregas hablaremos de la decadencia de la velada y del viaje de vuelta, con el momento estelar de la colocación del asiento. El Audi tiene muchos caballos, sí, pero el asiento es una piojera...

viernes, 26 de octubre de 2007

Me acabo de comprar unas tenazas...

... para cortarle las pelotas al que no se venga a la próxima convocatoria oficial... y eso, como podréis imaginar, significa que ya hay nueva ¡CONVOCATORIA OFICIAL DE LOS CORAZONES SINÉRGICOS!

Hace siete días tuvo lugar la despedida virtual de Agustín Caballero Belda. Líder de líderes. Maestro de maestros. El que nos enseñó a todos a hacer las cosas como Dios manda. El que consiguió que más de uno se pare a meditar unos segundos antes de tomar una decisión, pensando: "¿qué haría Agustín en esta situación?". Si la despedida virtual fue sonada... ¡imagínense la despedida real!

El plan es tan sencillo de entender como atractivo de imaginar: fin de semana en Almería, ciudad filial de Granada en materia de cañejas, fiestezasca y gachises. Y para que no haya los problemas de excursiones precedentes, en las que unos aguantaban la primera noche, otros la segunda, y Nachete ambas, hemos decidido organizar la fiesta de este modo: salida de Murcia el sábado por la mañana. Llegada a Almería a mediodía (las 12, a más tardar), cañas hasta hacer crujir los serpentines, tapas hasta conseguir que la boca del estómago haga palmas. Continuaremos con yintonis, pacharanes y licores de graduación media variados, para acabar (o continuar) con cubatas de todos los colores. Llegados a este punto, será hora de cenar y de continuar con el festival. ¿Qué más se puede pedir?

Para los que vamos desde Murcia, es un viaje de menos de 2 horas. Para el que viene de Jaén, hay poco más de tres horas, y para el madrileño, el avión aterriza sin dar tiempo a dar cuenta de una bolsa de pipas El Manisero, abierta al iniciar el despegue. No hay excusas.

Fechas. Avisamos con tiempo: el fin de semana pensado es el del 24 y 25 de noviembre. Esperamos una pronta respuesta ya que, si alguno tuviera ese fin de semana las bodas de oro de alguno de sus hijos, podría retrasarse y/o adelantarse una semana nuestro evento. Cualquier otro compromiso no sería equiparable a este, de modo que seríais considerados unos rajados de por vida. Y rajados en este contexto va con doble sentido, ya que recibiríais las críticas más ácidas que puedan desprenderse de nuestros crueles vocabularios.

Así pues, Agustín, JuanFran, Paco Sánchez, Pacoga, Natalio, Nachete, Yanguel, Jorge, Pablete, Damián y un largo etcétera de guaperas y guaperos, se arrepentirán de por vida si fallan a la despedida real de Agustín, considerada en algunos foros como ... ¡LA GRAN DESPEDIDA!

Os esperamos...

jueves, 25 de octubre de 2007

Juevescete

Esta tarde tenemos dardos y cervezascas. JuanFran, Pacoga y yo, confirmamos asistencia. Paco Sánchez también, aunque prefiere mañana, pero esta semana a mí me pilla mejor hoy, mañana no me puedo liar.

Luego quedamos en algo...

miércoles, 24 de octubre de 2007

¿Dónde están los garitos?

Al ritmo que vamos, mucho me temo que por Navidad estaremos todavía hablando del viaje de vuelta o algo así. Mi idea inicial era escribir una crónica del concierto, incluyendo algunas cositas previas sobre el viaje de ida, dos o tres tonterías ocurridas durante la madrugada, para a continuación zanjar la exposición con un "y el viaje de vuelta fue bien". Así podríamos pasar página y dedicar este blog durante un tiempo a rajar de Jorge y su habilidad para esquivar cualquier responsabilidad, entre otras muchas destrezas que tiene el chaval. Pero es que es inevitable, nos pasan tantas cosas, que no puedo evitar contarlas. A nosotros nos ocurre lo contrario de cuando te mira un tuerto. Por cierto, ¿qué es lo contrario de que te mire un tuerto? ¿que te mire la tía de las tres tetas de Desafío Total? Seguramente sí.

Hoy hablaremos unos minutos sobre la salida del concierto. ¿Queda todavía algún lector de este blog que no sepa quién es Bocasecaman? Os recuerdo la canción:

Bocasecaman, bocasecamaaaan...
¡Tiene la lengua como un gateeteeeeee!

Pues así estábamos nosotros durante el concierto. Una vez ganada la posición, no nos atrevíamos a abandonarla para traer un litro del líquido elemento. Aunque nos habríamos conformado con agua también. ¡Imaginaos cómo era la desesperación! Al salir del concierto, vi a unos metros un tenderete regentado por un varón de raza blanca entre 20 y 65 años, que estaba introduciendo unas botellas de agua de litro y medio en una espuerta con hielo. Me lancé apartando a la gente clavándoles los uñates en el cuello, brazos y espalda y compré una. Tenía tanta sed que creo que no me esperé a que me devolviera. Nos cascamos la botella de agua en medio minuto (entre los cuatro) y luego compramos otra, aunque de esa sobró un litro y algo, ya que Agustín y Pacoga se pidieron unas cervezas.

Salimos del barullo de gente y nos dirigimos hacia una noche que esperaba nuestros hígados como madrileño que espera el mes de agosto para venir a la costa a dar por culo. Un pateo que sirvió para debatir el concierto y para darnos cuenta, al cabo de un rato, de que estábamos perdidos. Comenzamos siguiendo al gentío, asumiendo que se dirigían todos al mismo sitio: a la zona de garitos. Nos surgió a todos la duda de si los que andaban detrás de nosotros nos venían siguiendo a nosotros con lo que nació el temor de estar siguiendo a gente que a su vez estaba siguiendo a otra gente más perdida todavía. Agustín sospechaba que, en cualquier momento, los que encabezaban el populoso gentío, iban a entrar en su casa, dejándonos a todos con tres palmos de narices. En ese momento, la muchedumbre se agolparía ante la casa de esos sevillanos quienes se verían forzados a, al menos, salir a la ventana, recibiendo sin duda los vítores de la muchachada. Esto no ocurrió. Lo que sí pasó fue que a medida que avanzábamos, cada grupo se desviaba hacia su camino, haciendo cada vez más difícil identificar a la manada dominante. Al final, reconocimos un puente del río, y la llegada al barrio del hotel fue fácil.

Como es evidente, buscábamos algún garito en el que, tras poner un Nachete cada uno en la mano de Pacoga, pudiéramos refrescarnos el galillo. Ardua tarea ya que, ni nos habíamos informado antes de salir de casa de cuáles eran las mejores zonas para salir por Sevilla, ni tampoco preguntamos allí a nadie. Anduvimos un rato dando vueltas sin seguir a nadie. Estuvimos a punto de preguntar pero nos resistimos y seguimos andando con la esperanza de que nos cayera un garito del cielo y nos rodeara. Finalmente, encontramos un pub en una calle perpendicular a la Alameda, y allí que nos metimos. Nos tomamos el primer cubata (en mi caso acompañado por una botella de agua que me bebí de un trago) de pie en el centro del bar, debatiendo sobre temas variados. Recordamos la instructiva conversación con el taxista y Paco Sánchez y yo discutíamos sobre las propiedades del botijo. De la forma que me lo explicaba, yo estaba imaginándome un termo: algo que te mantiene el agua fría y el café caliente, pero no enfría nada que no venga enfriado de casa. Está claro que, nuestra capacidad para explicarnos bien y entender mejor está relacionada directamente con el alcohol: no hay cubatas, no hay claridad. Fue por eso por lo que decidimos seguir conociendo la noche sevillista (y la bética) en lugar de irnos a dormir. Pero sólo por eso. No vayáis a pensar que era porque teníamos ganas de fiesta.

Tras acabarnos ese primer cubata y acordando que no podíamos permanecer durante toda la glamurosa noche sevillana en el mismo garito, nos fuimos en busca de aventuras. Pero eso será en el próximo capítulo.

martes, 23 de octubre de 2007

El gran momento del día (y de la década)

Tras la gélida siesta, la cálida ducha. Pantalones vaqueros, camiseta de Suede (que pegaba más bien poco), calzado y al ataque. Contra todo pronóstico, Paco Sánchez y Agustín ya estaban preparados y esperándonos abajo. Habían visto que por la Alameda (sí, la que tiene los números cabrones) pasaban taxis de vez en cuando y lo consideraron la mejor opción. Escasos segundos después paramos uno. Le dijimos que íbamos al Estadio Olímpico de La Cartuja y respondió como si ya se lo esperara. Nos explicó que acababa de llevar a unos jóvenes al mismo sitio y que a nosotros no se nos notaba tanto que íbamos allí ya que, ni íbamos todos con camisetas negras ni teníamos las manos cargadas de bolsas llenas de botellas chocándose.

Instantes después llegábamos a nuestra querida Resolana donde el atasco era similar al de la mañana. No obstante, a la voz de "tú me tienes que dejar pasar, que si no estos señores llegan tarde", nuestro amigo el taxista se coló entre la cochedumbre y el camino se hizo bastante corto. Por el camino nos fue contando cosas sobre la Expo, Isla Mágica y los botijos. Le pagamos y nos bajamos con una duda existencial: ¿sería bético o sevillista? Ninguno se lo preguntó y todos nos quedamos con la duda.

Siguiente paso: cenar. Sin ningún tipo de misterios, pedimos unos bocatas (todos excepto Agustín, que se pidió una hamburguesa) y nos los comimos. Quizá en este punto haya gente sorprendida porque no estuviéramos borrachos. Creedlo o no pero así es, fuimos capaces de bebernos sólo un quintico o un bote cenando, y entrar en perfecto estado de sobriedad.

Al entrar al recinto, el primer shock. ¡Cuánta gente! ¡Qué barbaridad! Las gradas a reventar, el césped casi también. Sin parar de entrar gente. Yo ahí estaba temiendo que entrara todavía mucha más gente y tuviéramos que apretarnos en exceso pero no fue así: estuvimos bastante cómodos. Incluso podíamos movernos un poco cuando los compañeros de delante subían a hombro a dos de sus amigas. La primera me daba culazos en la cara y la segunda tenía que ser sujetada por Paco Sánchez o se caía de espaldas. La pobre no sabía mantener la posición. Se echaba hacia atrás y perdía el equilibrio. Y claro, se caía.

Minutos después, empezaba el concierto, con un comienzo un tanto intrigante. Una canción tan sorprendente como preciosa. Nada más terminar de sonar, se empieza a oír la guitarra de Valdivia y un foco ilumina una silueta que dibuja una forma de persona encadenada a una guitarra. Como no podía ser de otra forma. Segundos después, otra guitarra: Bunbury con la acústica, en otra silueta de las mismas dimensiones. La canción, toda una sorpresa: El Estanque. Ahí comenzó un delirio que iba a prolongarse durante algo más de 2 horas y media. Paco Sánchez fue tremendamente feliz viendo a los Héroes. A sus Héroes. Yo los veía por tercera vez y creo que esta vez ha sido mucho mejor que las dos anteriores. La única pega es que, desde donde estábamos, teníamos que seguir el concierto a través de las pantallas gigantes, porque el escenario quedaba un tanto lejos. Tras El Estanque llegó Deshacer el Mundo (empezar porque sí y acabar no sé cuándo...), Mar Adentro, La Carta, y unas cuantas más. Noté cambiado a Bunbury: los años no pasan en balde. En varias ocasiones evitó el lucimiento en favor de una voz supongo que ya algo castigada por la gira. 2 bises de tres canciones cada uno, y el delirio general con La Chispa Adecuada. Todo el estadio a oscuras, iluminado únicamente por los mecheros y los móviles. Aunque si este momento fue el delirio general, minutos antes se producía el delirio particular: tocaron mi canción favorita. Canción que no tocaron en Zaragoza ni tocaban en los últimos conciertos de giras anteriores: Despertar. Y quién nos devora que una pesadilla me parte en dos. Momento indescriptible, incalificable. Como la práctica totalidad del concierto: estremecedor, impactante, espeluznante... el mejor concierto de mi vida; y llevo unos cuantos.

Tras el concierto, el recuento: muchas sorpresas, como Apuesta por el Rock and Roll, Malas Intenciones, Tumbas de Sal... y algunas faltas, como El Camino del Exceso o Rueda Fortuna. Y mi anhelada Virus. Tampoco la tocaron. En fin, no se les puede reprochar nada.

Al acabar el concierto, el castillo semanal de Isla Mágica servía de colofón. Mientras los fuegos artificiales hacían tronar el cielo de Sevilla, yo me quedé embobado en la pantalla gigante, que tenía una imagen fija que decía "Héroes del Silencio, Tour 2007". Y su símbolo. Me quedé inmóvil, en silencio, pensando. Dándome cuenta de que hacía poco que había cumplido 30 años y acababa de ver el mejor concierto de mi vida, viendo al grupo que marcó mi adolescencia y mis primeros veintes. Con una vida nueva, excelentes amigos nuevos, una novia magnífica, un buen trabajo... reflexioné sobre todo eso y salí del estadio con una enorme sonrisa en el rostro, escuchando Like a Rolling Stone de Bob Dylan, que sonaba por la megafonía.

En próximas entregas hablaremos de la exigua vida nocturna de los alrededores de la Alameda de Hércules, y de cómo ganar 7 euros de forma sencilla en Elche.

¡Hasta la próxima!

Comida de martes

Como cada martes, ha habido expedición. Hemos ido a Casa Martín, que hacía tiempo que no íbamos. Jorge, Pacoga, Pablete y yo. Mesa para cuatro, debajo de la tele. Todos sopa menos Pacoga, que ha pedido consomé porque es vegetariano y cree que los fideos son de bacon. De segundo, pues unos carne, otros pescao, y Pablo se ha pedido un plato de all-i-oli (ajo-aceite) y se lo ha comido con pan.

Mientras esperábamos el postre, hemos llevado a cabo una actividad profundamente cultural: hemos intentado matar un mosquito que no podía volar y deambulaba por la mesa, cada uno con un palillo. Lo hemos dejado moribundo hasta que finalmente Pablete lo ha matado sin querer: ha dejado encima de él la panera creyendo que tenía la base cóncava. Craso error: la panera era plana y el mosquito ha fallecido en el acto. Mientras tanto, en la mesa de al lado hablaban de la historia de los Balcanes. ¡Cuánta cultura junta!

lunes, 22 de octubre de 2007

Cañejas y siestecica

La Alameda de Hércules es una piojera: pertenece a ese 0,4% de calles españolas en la que los números van de uno en uno, desmarcándose de la regla no escrita de "los pares a un lado, los impares al otro". En esta avenida o paseo, puedes hacer el ridículo ante 500 personas sin despeinarte: "mira, mira, ya vuelven otra vez los dos tontacos aquellos; esta vez van por la otra acera...", "anda que no van perdíos ni na...". Eso nos pasó a Pacoga y a mí, buscando el hotel. Al final, tras dar más vueltas que un tonto dentro de la misma calle, lo encontramos. Y casi nos pasamos, porque apenas se leía el cartelico.

Una vez dentro del hotel, un rato esperando a que viniera alguien a atendernos. Al final, apareció la recepcionista. Daba el perfil de actriz de telenovela que durante los primeros ciento cincuenta y siete capítulos es feísima, y en el capítulo ciento cincuenta y ocho se deja el pelo suelto y se quita las gafas y se convierte en Catherine Zeta-Jones. Lo que pasa es que como desde el principio ya la intuyes así, pues no cuela lo de hacerse la fea. Todos sabemos que nos engañas, recepcionista. Y también sabemos que eres una asidua lectora de este blog. Te mandamos un saludo.

Tras dejar las cosas en las habitaciones, a comer. Era ya tardecico y teníamos hambre. Al fin y al cabo, sólo habíamos almorzado dos veces (sí, vale, la primera era el desayuno...). Nos clavaron tres mil pesetas (casi 1 Nachete) por un platico de salpicón y una fuente de chipirones a la plancha: buenos sí, caros también. A continuación, fuimos a otro bar en el que los camareros casi se hinchan a palos entre ellos de lo estresaos que estaban. En ese sitio se vivió uno de los momentos más absurdos del fin de semana. Nos sentamos en una mesa, y los de al lado tuvieron esta conversación:

- Este es el tercer concierto que dan en España.
- ¿El tercero? Yo creo que llevan más.
- No no, seguro que es el tercero.
- (se pone a leer la camiseta de su amigo) Guatemala, Buenos Aires, Mexico, Mexico, Mexico... ¡muchos más de tres!
- Ya, pero yo te digo en España. ¡En España llevan sólo tres!
- ¡Y dale con que son tres! Que son muchos más... si te acabo de leer la lista...

En fin, creo que todavía siguen allí con la misma conversación.

Por último, visita a un bar que ya tenía a plancha apagada (las cuatro y media de la tarde) y nos comimos un plato de jamón y queso, recordando a los huevones de Ibi, que se hicieron el camino de Santiago sin sufrir, ni sudar. Con porteadores, como si fueran al Machu Picchu.

No sé si es que estamos viejunos o que la experiencia es un grado, pero estábamos todos de acuerdo en que lo siguiente era la siesta. Previo paso por un café, acompañado de un cubata. Bueno, eso ellos, yo una cañeja más. Lo normal habría sido un pacharán, pero desde que la camarera del Kennedy me los pone sin pedirlos, ya se me ha olvidado cómo se piden.

Dos horicas de siesta, en las que se demostró que si no tuviéramos que ir a trabajar, ni satisfacer necesidades fisiológicas (vamos, mear y cagar), raras veces nos levantaríamos de la cama: subestimamos la temperatura idónea y tuvimos que taparnos hasta el cuello. Ya podía granizar allí dentro, que nosotros no nos levantábamos a parar o subir la temperatura del aire acondicionado. Al final se levantó Pacoga, cuando la escarcha de las cejas empezaba a metérsele en los ojos.

Tras la siesta, duchica y ... ¡AL CONCIERTO! Pero eso será en una próxima entrega.

Nos leemos!

Dale a tu cuerpo alegría Macarena...

Mi profunda y decadente afonía contesta a la pregunta de qué tal el concierto: ha sido sin duda lo mejor del fin de semana, aunque no lo único. Hablemos del viaje de ida:

El viaje bien, aunque un poco largo. Tardamos casi más tiempo desde mi casa (al lado de Sinergia) hasta la salida de Alcantarilla que desde ahí hasta Granada. Y no fue por atascos, sino porque descubrimos en primera persona que el mundo tiene dos culos: la casa de Pacoga y la casa de Paco Sánchez. Cuando alguien os diga "eso está en el culo del mundo", le preguntáis "¿en cuál de los dos?". Una vez recogidos los Pacos, carretera y manta.

El promedio de paradas por kilómetro (o de kilómetros por parada) fue el habitual, aunque esta vez no fue para hacer una ruta turística por los tronos de las gasolineras sino para comernos dos o tres gorrinos en cada parada. Primera parada: tostadas con tomate. Panzá. Segunda parada (minutos después): catalanas de jamón tamaño A3 (el folio, no el Audi). Según el crack de alcantarilla, nos habíamos levantado con el molino picao.

Llegada a Sevilla y a buscar el hotel. Según lo que yo había visto en Internet, era bastante fácil. Muy recto y, en los puntos donde había que girar, las referencias eran bastante claras. Pero, ¿quién soy yo para contradecir al maestro de la orientación? Jejeje. Llegamos a un punto en el que claramente había que seguir recto, pero Agustín decidió que esa calle no era una calle importante, y prefirió volver hacia atrás unos metros para coger otra calle más importante. Así las cosas, entramos por la Calle Resolana, conscientes de la necesidad de girar a la derecha cuanto antes. 2 kilómetros después lo hicimos y aparecimos a tomar por saco del hotel, en un barrio de callejuelas superestrechas, cada una más que la anterior. Con el correspondiente descojono. Al final, conseguimos salir, sin arañar el coche y sin que nos robaran las ruedas. Volvimos al punto donde cogimos la calle importante y esta vez sí cogimos la correcta. Un poco después, Pacoga y yo buscábamos el hotel a pata mientras Agustín y Paco Sánchez aparcaban, no sin chiripa, en la calle. Gratis y con una póliza de seguro y todo, contratada con un gorrilla de la zona.

En siguientes entradas hablaremos del concierto, la noche y el viaje de vuelta.

Y espero vuestros comentarios. He cambiado la configuración para que no os exija introducir una cuenta de google. Pinchad en la opción Otros, ponéis vuestro nombre, y escribís lo que queráis. Pero hacedlo, ¿vale? Que si no, esto no tiene gracia.

Saludos.

Inauguración por todo lo alto

Aplicando la idea que ha tenido hoy Agustín mientras volvíamos de Sevilla, he decidido crear un blog. Básicamente, el objetivo es hablar de nuestras cosas, tanto de las fiestas, viajes, conciertos, dardetes, muses, infletes a grasa, etc., como de las ralladas que se nos pasan por la cabeza, únicas donde las haya. Y cuando digo "nuestras cosas", ¿quién esta incluido en ese "nosotros"? Pues ya sabéis, los de siempre, de presente o pasado sinérgico, en su mayor parte. No hace falta decir nombres, creo yo.

¿De dónde viene el nombre del blog? Inicialmente, sólo los que han venido a Sevilla este finde lo habrán entendido. Aunque seguramente hablaremos del concierto en otra entrada del blog, os cuento esto: estábamos en la barra de un garito, pidiendo unos cubatas. A mi lado, un cuarentón algo borrachillo está revolucionao, sin parar de cantar. Se limita a dos fragmentos, ambos de Entre Dos Tierras: "Déjame" y "No seas membrillo". Me canta casi al oído, gritando, pero no me cabreo en absoluto: me resulta gracioso. El tío dice que sólo canta eso porque no se sabe más. A continuación me explica que, en su pueblo, hay unos membrillos más grandes que los membrillos convencionales y son más dulces. Se llaman gamboas, me dice. A continuación, me canta de nuevo como si estuviera haciendo una prueba a ver qué tal queda: "No seas gambooooaaa...". Parece gustarle, y a partir de ese momento se dedica a cantar eso sin parar, por todo el pub. Metiéndose en todos los grupos de personas para cantarles. Cada dos por tres lo oía a lo lejos (la música del pub no estaba nada fuerte) y me partía el culo. Ha sido uno de los momentos estelares del fin de semana, aunque ha habido más...

Bueno, pues no me enrollo más, por ahora. Queda inaugurado este blog. Nuestro nuevo punto de encuentro online.